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Terminamos semana oyendo tambores de guerra en la puerta de la Unión Europea. En nuestra puerta Este. La amenaza rusa sobre Ucrania está en nuestro vestíbulo.

Casi terminamos una semana (otra) de esas que marcan nuestras vidas en lo periodístico, por supuesto, pero sobretodo en lo personal. Hace exactamente una semana nos planteábamos qué hacer en el equipo de 'La Linterna', si esperar a ver qué pasaba en Ucrania o salir pitando. Si esperar a ver si escampa u organizar un nuevo viaje. En este caso, operación Kiev.

De madrugada, el domingo, Alberto Escalante, Adrián Gil Juan Carlos Matamoros, Rubén Corral y el menda salimos hacia la capital del mundo informativamente hablando. Madrid- escala en Frankfurt y el lunes en Kiev.

Llama mucho la atención la maniobra de aterrizaje. Desde cientos de kilómetros antes de llegar, vuelas y vuelas sobre territorios absolutamente congelados. No es ni nieve, son kilómetros y kilómetros cuadrados de hielo. Y empiezas a imaginar cómo debe ser vivir ahí y empiezas a suponer qué era aquello del General invierno que sufrieron Napoleón o Hitler.

A partir de ahí, ocho grados bajo cero de temperatura máxima al mediodía; la tensión, los directos y la sensación del miedo al soviet.

María Jesús, una de las misioneras dominicas me dio una clave: El miedo al soviet es clave. Y lo ves al comparar generaciones: niños, jóvenes, la madurez y los más mayores. Es curioso y tremendo. El pulso casi bélico, la guerra en la región de Donbás, los muertos y los heridos a diario ante la pasividad del resto del mundo. Nuestra pasividad.

Los niños sufren la guerra y el pobreza igual que los niños sirios o africanos. Sólo que entre el hielo y el frío. Luego están los jóvenes. Tan europeos o más que tú. Una juventud que sueña con ser beca Erasmus, con la OTAN y con Bruselas. Como Alona.

Los maduros son guerreros. Vieron caer el muro, vivieron la desintegración de la Unión Soviética y no están dispuestos a volver al pasado. Tengo la impresión de que no saben la que les puede caer encima, pero están dispuestos a luchar. Como Serguei.

Y aún en esta parte del mundo que somos nosotros, perfil bajo, no se vayan a molestar Pablo Iglesias, Ione Belarra, Garzón o Irene Montero.

Lo que está en riesgo, el auténtico pulso, la clave de bóveda es la libertad. Rusia, China y las ex Repúblicas soviéticas frente a Europa y esta parte del mundo, con la vista puesta en Taiwan, Venezuela o Cuba.

Tetiana, profesora lo tiene muy claro. Mira, la mejor definición de qué es el comunismo me la dio María, otra de las monjas españolas en su colegio.

Escucha a María. Otra de mis superheroínas favoritas.

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Ah, y mi posdata. Yo no sé cuál será la evolución de este conflicto. Confundo deseos con realidad. No puedo creer que en pleno siglo XXI una potencia militar (Rusia) invada un vecino (Ucrania) por la cara, a lo bestia.

Y ya no me sorprende que la mitad de nuestro Gobierno y buena parte de nuestro Parlamento se pliegue y se acobarde ante un ataque ruso.

Cayó el muro, se hundió la URSS y de aquí hacia allá no saltó nadie. A Rufián o a Otegi les quería ver yo allí, viviendo como una ucraniana. ¿Te acuerdas dónde escaparon las independentistas catalanas, la de Esquerra y la CUP?. Exacto. A Suiza.