Tal día como hoy en 1793 moría en la guillotina Luis XVI. Un monarca indolente que no supo prever la llegada de la revolución, y menos navegar la tormenta que está generó. A su antecesor, Luis XV, se le atribuyen unas últimas palabras “después de mí, el diluvio”, que en efecto fueron premonitorias. Pocos meses más tarde, María Antonieta, le siguió con igual suerte.

Tras las ejecuciones en la Familia Real llegaron Robespierre y el terror; la reacción conservadora del directorio y “el sable” que todos temían: Napoleón, un revolucionario que acabó proclamándose Emperador de los Franceses, y que llevó a su país a incendiar la política, las fronteras y la historia entera del continente europeo, de Cádiz a Moscú.

La de 1789 es la más famosa de las revoluciones en Francia. Es la Revolución por antonomasia, pero Francia ha sufrido otras muchas, que jalonan y que definen su historia, y que quizás permiten explicar algo del fenómeno de los chalecos amarillos, que ha puesto en jaque la presidencia de Emmanuel Macron.

En efecto, en el siglo XIX, Francia vivió tres grandes revoluciones, con caída y auge de dinastías, Borbones, Orleans, Bonapartes; presidentes de república tornados en emperadores, barricadas e incendios asolando París. Hablamos de las revoluciones de 1830, 1848, y 1871. Todas ellas han acabado configurando la imagen de una Francia que -cada ciertos años- estalla en una ola de inconformismo que hace tambalearse al poder establecido. Hace poco, en estos mismos micrófonos, hablábamos del mayo del 68 y su impacto global. No dejo de ser, en definitiva, otra revolución que Francia aporta a la historia mundial.

Hoy, en 'Historia con Mayúsculas', te hemos contado la historia de esas revoluciones. Conociéndola, podemos entender un poco mejor lo que sucede, ahora mismo, en el país vecino, y el alcance del desafío a la Francia de Macron.