Se cumplen 80 años de la muerte de Antonio Machado. Uno de los grandes poetas de la historia de España fallecía en el exilio, tras abandonar una Barcelona sobre la que avanzan las tropas nacionales. Con Machado, desaparecía uno de los exponentes máximos de la Generación del 98, y una peripecia humana que ayuda a comprender como pocas la España convulsa de finales del siglo XIX y de principios del XX.

Su infancia fueron recuerdos de un patio de Sevilla. Miembro de una familia de la inteligencia intelectual de la ciudad, el traslado de los Machado a Madrid a los pocos años de nacer el joven Antonio, tenía que resultar en el encuentro con la Institución Libre de Enseñanza. Ello le convirtió en alumno de alguno de los intelectuales más importantes de la España de aquel tiempo.

La vida de un profesor de instituto en la España de aquel tiempo suponía viajar. Y esa profesión llevaría a Machado una ciudad clave en su trayectoria como Soria. El encuentro con Castilla y el encuentro con su gran amor, Leonor Izquierdo. Un matrimonio tan auténtico como desgraciado, que terminaría abruptamente con la muerte de Leonor en 1911, en Francia, víctima de la Tuberculosis. De aquel encuentro con Castilla llegarían Alvargonzález y los Campos de Castilla.

La II República -llena de ilusiones y celebrada por Machado- le encontró en Segovia, donde estuvo entre los que izaron la bandera tricolor en esa ciudad. Fue allí donde su amor platónico -Guiomar- encontró acomodo en la vida del poeta. 

La vida de Machado de agotó al compás con el que se agotó la II República. De Madrid, a Valencia y a Barcelona, de donde partió poco antes de su muerte, camino de un exilio que sería un punto y final. Machado fallecería en Francia, al otro lado de la frontera de una España que amó profunda y sinceramente. A las pocas horas, le seguía en esa suerte su propia madre. Allí, en un cementerio de Colliure llamen juntos. él, uno de los más grandes de las letras españolas.