Hoy Puigdemont, lógicamente ausente en el Congreso en la apertura de las Cortes, en esta investidura ha sido claramente el protagonista. Mira que le gusta. En declaraciones a Politico, una especie de newsletter, un medio muy influyente en Bruselas, el tío ha ejercido, ya no de gracioso, sino de mafioso. Sin paliativos, eh. Mira que le gusta, porque le sale de perlas.

Ha dicho literalmente “que el término 'lawfare' es como la cabeza de caballo del Padrino, es una advertencia de que hablamos en serio”. ¿Te acuerdas de la escena? La escena aquella en la que el productor súper multimillonario está en una cama, entre las sábanas de seda. Se despierta. Empieza a notar algo líquido en la cama se destapa se nota la mano con sangre y en los pies se encuentra la cabeza de su caballo Khartoum. Un caballo pura sangre. Y él, empapado en sangre, empieza a gritar desesperado.

Bueno, pues ese ese es el ejemplo. No se le ocurrió otro que Puigdemont pone encima de la mesa, para advertir que lo de la amnistía va en serio. Se puede ser mafioso, se puede ser chulo y se puede ser como Puigdemont. Ni que decir tiene que el protagonista de la escena en la película de El Padrino en la vida real se refiere a Pedro Sánchez. En esas manos estamos. Con ese lunático ha pactado y va a negociar en Suiza el presidente de nuestro gobierno.