Parece que poco a poco vamos volviendo a la rutina. Esta semana comenzaban las clases presenciales tras las vacaciones de Navidad y después de revisar todos los protocolos para adaptarse al nuevo escenario que estamos viviendo, nuestros chicos se han incorporado a las aulas.

Presencialidad y seguridad, como recordaba la ministra de sanidad, Carolina Darias hace unos días. Hay miedo, claro que hay miedo. Y también incertidumbre. Pero tenemos que ser conscientes de lo que supone para nuestros hijos, sobrinos, nietos… revivir de nuevo situaciones que hoy podemos evitar volver a vivir.

Cierto es que el riesgo de contagio existe, no sólo para alumnos, también para el profesorado o para cada uno de nosotros en nuestras distintas circunstancias… pero cierto es también que gracias a las vacunas el impacto en la salud es menor.

Mucho se ha hablado también de la salud mental durante la pandemia… precisamente esta semana conocíamos a través del barómetro The Family Watch que el 34% de los jóvenes reconoce acudir al psicólogo por problemas emocionales surgidos a raíz del confinamiento. El aislamiento social, las adicciones digitales o la educación online se encuentran entre las principales causas de este problema. Aunque hay un dato positivo en todo esto, y es el aumento del porcentaje, en 20 puntos, llegando al 46%, de los jóvenes que quieren formar una familia.

Esto nos lleva a pararnos a pensar en lo importante que han sido las familias durante este tiempo de confinamiento. Y a pesar de las muchas rupturas que se han producido, de la presión que supone la crisis económica o de la tristeza e impotencia ante la partida de tantos seres queridos, la familia ha sido y continúa siendo el sostén de la humanidad.

¿Cómo no celebrar la noticia de que nuestros jóvenes crean en la familia? Y debemos ayudarles, ofreciéndoles oportunidades que nacen del acceso a la formación, al empleo, a la vivienda… En definitiva, se trata de apoyar y cuidar a la familia, de hacerla crecer.

En la Iglesia estamos celebrando el Año Amoris Laetitia, el documento más importante del Papa Francisco sobre la familia que marcó un camino a recorrer para poner a la familia en el centro, no solo de la Iglesia, también de toda la sociedad.

Cuidemos la familia, desde fuera y desde dentro. Seamos conscientes del bien que supone para cada una de las personas y para el conjunto de la sociedad. Vale la pena intentarlo.