Esta semana se ha celebrado el Día Mundial de la Educación Católica. Es una jornada que nace de diferentes organizaciones internacionales para impulsar el Pacto Global Educativo propuesto por el Papa Francisco.

Fíjate, el Informe Global sobre Educación Católica 2021, recoge que hay 61,7 millones de alumnos que estudian en la escuela católica en el mundo. Son centros que están especialmente presentes en lugares de países con pocos recursos…

Y mientras nuestros chicos y chicas, aquí en España, tratan de volver a una cierta normalidad tras estos meses de pandemia, aún hay zonas en el mundo donde las escuelas están cerradas.

Decía Pedro Huerta, secretario general de Escuelas Católicas, en unas declaraciones que recogía la revista Vida Nueva, que la celebración de este día es “una oportunidad para reconocer la labor de una escuela que ha sabido responder a la pandemia mundial en nuestro país”.

Y es cierto. Yo quiero felicitar a nuestra escuela católica porque ha sabido responder a cada uno de los retos que la pandemia ha puesto por delante. Y sobre todo, porque ha sabido trabajar por y para la persona: alumnos y familias. Junto a ellos, la 3 comunidad educativa al completo. La labor evangelizadora de la Iglesia representada en el ámbito educativo, siempre al servicio de la sociedad.

Como dice el Papa, al invitarnos a unirnos a este Pacto Global Educativo, “es hora de mirar hacia adelante con valentía y esperanza. Que nos sostenga la convicción de que en la educación se encuentra la semilla de la esperanza: una esperanza de paz y de justicia.”