Llevo toda la semana intentando empaparme de alguna noticia positiva que de un poco de esperanza a este momento que vivimos. Hablaba con una persona mayor el otro día, una mujer que vive sola y que pasa mucho tiempo viendo la tele, y me decía que solo hay guerra, enfermedad, o cosas feas. Se sentía triste.

Recordaba entonces algo que dijo una vez el Papa Francisco y es que “al periodismo se llega no tanto eligiendo una profesión como embarcándose en una misión”, la de explicar el mundo y hacerlo menos oscuro.

Mirando ahora a la próxima Jornada de las Comunicaciones Sociales, y teniendo muy en cuenta el contexto actual que vivimos, se nos propone ejercer la profesión como una misión para construir un “futuro más justo, más fraterno y más humano”.

Y es que esa desesperanza que muchas veces mostramos los que andamos detrás de la noticia choca con lo que el mundo de hoy necesita. ¿Hay razones para alegrarse por algo? ¿Las noticias positivas son noticia?

El beato Lolo es un gran ejemplo en el que podemos buscar respuestas. A pesar de su enfermedad, de sus limitaciones físicas, fue capaz de comunicar esa alegría hasta el final. Esa es la esperanza cristiana en la que tenemos que apoyarnos.

Si la anterior jornada el Papa nos invitaba a ‘escuchar con el oído del corazón’ ahora nos pide ‘Hablar con el corazón’. Hacer una comunicación de persona a persona, sin olvidar que al otro lado, siempre hay alguien a quien se está acompañando. Alguien a quien quizá tus palabras y tu forma de comunicar pueden cambiarle la vida.

Busquemos la verdad para contarla sin olvidar que la buena noticia es aquella que tiene en cuenta a la persona.