"El Evangelio nos invita a entrar en las redes no para conquistar, sino para acompañar"

Escucha el monólogo de Irene Pozo en 'La Linterna de la Iglesia'

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Hace unos días, tuvimos la oportunidad de charlar con un sacerdote congoleño, Emmanuel Lwamba, ganador del último 'Premio de Ensayo Teológico Joven' de PPC. Su trabajo planteaba una pregunta que, de alguna manera, revoluciona la teología contemporánea: ¿tendría Jesús un perfil en redes sociales si viviera en nuestros días? 

A veces pienso que las redes sociales son como una gran plaza pública. Un lugar que nunca duerme, donde la voz de cualquiera puede cruzar océanos en segundos. Me pasa que cuando entro en ellas, siento que camino por esa gran plaza, llena de voces, de historias, de búsquedas, donde hay muchos jóvenes, pero también personas adultas y mayores. Encontramos buenas reflexiones, historias que nos enseñan muchas cosas, información... aunque también hay mucho ruido. Y me resuena lo que la Iglesia nos recuerda, no en pocas ocasiones: no se trata de si estamos o no en el mundo digital, sino de cómo estamos.

Creo que los cristianos tenemos que estar ahí, pero no como simples espectadores. Al final, nuestra misión tiene que hacerse presente en medio del mundo. Un mundo que trae con él grandes desafíos, también en la red, donde estamos llamados a sembrar, con respeto y alegría, la Buena Noticia en cada rincón de ese mundo que vibra en pantallas.

El riesgo es real: ruido, prisas, superficialidad, egos que se inflan... Por eso la misión digital no es “estar por estar”. Es elegir el silencio cuando el grito no construye. Es priorizar lo humano cuando el algoritmo pide espectáculo. Es servir, incluso cuando nadie lo aplaude.

Las redes pueden ser puentes o muros. Pueden acercar o herir e incluso aislar a las personas. No olvidemos que detrás de cada “like” hay un rostro, y detrás de cada comentario, una historia. Evangelizar en estos espacios exige el mismo amor que cuando hablamos cara a cara: mirar al otro como persona, no como número, ni mucho menos como adversario.

Ser misioneros digitales significa convertir el 'timeline' en un lugar de encuentro. Significa que un mensaje, una imagen, un gesto de ternura, pueda abrir la puerta a la esperanza. Que quien navega perdido, encuentre un puerto. Y que la verdad se diga con caridad.

¿Tendría Jesús un perfil en redes sociales? Quizá no lo imaginaríamos pendiente de seguidores ni de tendencias, pero sí podemos reconocer que estaría allí donde late la vida. Estaría en la plaza digital como estuvo en los caminos de Galilea: para escuchar, para sanar, para anunciar que Dios ama a todos.

Hoy el Evangelio nos invita a entrar en las redes no para conquistar, sino para acompañar. Para recordar que, aunque la tecnología nos una, es el amor el que nos hace hermanos. Hagamos este camino juntos para que cada clic se convierta en un gesto de encuentro.

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