Presenta el libro “Pablo Escobar: mi vida, mi cárcel”

Se casó con el mayor traficante de todos los tiempos. Soportó continuas infidelidades. Conviviría constantemente con el peligro. La señalarían con el dedo el resto de sus días, porque hay una línea muy difusa entre ser cómplice o ser víctima. Las víctimas de Pablo Escobar le preguntarían constantemente: ¿por qué no hizo nada? ¿Por qué no lo denunció? ¿Por qué no le dejó?

La respuesta de Victoria Eugenia Henao era simple.

Porque le amaba.

Pero eso no consuela a las víctimas de la droga. No consuela a los miles de asesinados por orden de Pablo Escobar. Y ella, su viuda, no hace otra cosa que pedir perdón, porque no supo reaccionar ante la espiral de violencia. “Todo el tiempo estuve en desacuerdo con sus decisiones, pero nunca fui escuchada”. Su obligación era callar, cuidar de los hijos, ser ama de casa, cortarle el pelo y prepararle el desayuno. Y huír. Esconderse.

“Me decía que nosotros nunca nos íbamos a separar”, aunque le era infiel constantemente con otras mujeres, se arrepiente de una cosa: “no haberle podido brindar un espacio seguro a mis hijos. Mi ignorancia no me permitió verlo”. Y es que reconoce que hacía un doble juego con sus hijos, como en La Vida es Bella, para que no vivieran el verdadero calvario.

No le gusta la serie “Narcos” porque “aparezco con un arma y yo jamás usé un arma”. Ha tenido que negociar con los enemigos de su marido, y ha sufrido la droga de cerca ya que “mi hermano ha sido adicto durante 40 años”. Pero en Colombia, el estigma es grande, y aún se preguntan si ella fue víctima o cómplice.