Nadie lo esperaba, y por eso mismo se ha ganado la admiración del público. Del más veterano al más joven. Porque hace lo que nadie espera. Raphael lleva 57 años subiéndose a los escenarios más internacionales y acaba de hacer algo insólito: mezclar música sinfónica, con electrónica, a través de sus temas de toda la vida. ¿Alguien da más?

Y es que reconoce que “de las joyas de la corona nunca me olvido” aunque si se cansa, “les cambio alguna línea para no aburrirme”. Porque sus conciertos son largos e intensos. “A mi tres horas de concierto no me agotan pero ahora los he dejado en dos horas y media, porque el público quiere ir al baño”, dice entre risas. El trasplante hace 15 años le ha cambiado su forma de tomarse las cosas: “ya no soy nervioso”. Cuando aparece en el escenario, “salgo muy huevón”.

En este “ReSinfónico” versiona temas que nunca antes había retocado, como “Yo soy Aquel” o “Los Hombres lloran también”. En esa tarea, estuvo mano a mano con el compositor de bandas sonoras Lucas Vidal: “le dije que quería algo muy potente”, y el propio Lucas le deja un saludo desde el otro lado del charco: “ha sido un reto y un honor, y esto va a ser un antes y un después en mi carrera”.

La internacionalidad de Raphael es indiscutible, aunque no se explica cómo es posible que haya cantado en inglés, alemán o japonés y no en el idioma de Rusia, donde hace giras constantemente: “le tengo respeto, pero lo tengo pendiente, cantar a los rusos en su idioma, cara a cara”.

Le espera una gira muy intensa que empieza en el Teatro Real de Madrid para el que ya no hay entradas. Y es que el público se ha triplicado para él. Sus ganas de innovar se han ganado el cariño de todos, y se presume que Raphael, no se va a saber jubilar.