Natalia Jiménez, dermatóloga: "No existe evidencia que demuestre que las rutinas faciales tan largas aporten mejores resultados y, además, son difíciles de mantener a largo plazo"

Lo que nació como un refugio para aliviar el estrés es ahora una presión diaria con rutinas inaccesibles y una industria millonaria que se beneficia de ello. Un tema que aborda Mar Amate en 'Herrera en COPE'

Patricia Blázquez Serna

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Cada vez somos más conscientes de la necesidad de cuidarnos, pero, ¿qué ocurre cuando el autocuidado se convierte en una obsesión? En 'Herrera en COPE', Alberto Herrera y Mar Amate han analizado un fenómeno creciente que ya destacó el New York Times: lo que nació como un refugio para aliviar el estrés se ha transformado en una fuente más de presión diaria

Prácticas como las meditaciones cronometradas, las duchas de agua fría o el skincare de diez pasos están llevando el bienestar a un extremo que, paradójicamente, agota.

La rutina como nueva identidad

Uno de los puntos clave del debate es cómo las rutinas de bienestar han dejado de ser una simple práctica para convertirse en una seña de identidad. Como señalaba Mar Amate, "ya no dices, me cuido la piel, sino tengo mi rutina de skincare". 

Esta nueva concepción se exhibe en las redes sociales, donde el autocuidado se presenta como un proyecto de mejora personal constante que, en muchos casos, implica seguir rituales muy complejos, como rutinas faciales de hasta ocho pasos que incluso han adoptado niñas de 15 o 16 años.

Sobre esta tendencia, la dermatóloga Natalia Jiménez advierte de que no existe "una evidencia científica que demuestre que este tipo de rutinas tan largas aporten mejores resultados". De hecho, considera que son difíciles de mantener a largo plazo y pueden ser contraproducentes. Según la doctora, "el uso excesivo de productos puede favorecer la aparición de problemas dermatológicos, como puede ser el caso del acné retencional".

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Imagen de recurso de una mujer con crema en la cara

Una industria de 4 billones

Detrás de esta obsesión por el cuidado personal se encuentra una industria que genera "más de 4 billones de dólares al año", según los datos aportados en el programa. Cosméticos, suplementos, spas, viajes de retiro o luces infrarrojas son solo una parte de un mercado en auge. Pat Torralba, directora de Beauty Concept, confirma que ha habido un "aumento considerable de clientes" y que la gente busca cada vez más información para "vivir más años, pero siendo jóvenes", un concepto ligado a la longevidad y el cuidado integrativo.

La tiranía de la autoexigencia

Esta tendencia genera una enorme presión social y autoexigencia. Las cifras son reveladoras: más del 55% de las mujeres y el 45% de los hombres confiesan "sentirse insuficientes respecto a su forma de cuidarse". La sensación de no hacer lo suficiente o de falta de disciplina es cada vez más común, lo que acarrea importantes consecuencias para la salud mental.

La psicóloga y divulgadora Aino Ávila explica que uno de los principales efectos es el "aumento de la ansiedad y el estrés". Ver en redes sociales rutinas que parecen "inaccesibles para la mayoría" provoca una baja percepción sobre sí mismo y la sensación de no ser "lo suficientemente buenos".

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Imagen de recurso

Ávila subraya que esto genera "expectativas ideales inalcanzables" que derivan en perfeccionismo. En este contexto, la filosofía clásica ofrece una perspectiva valiosa. El filósofo Diego Garrocho recuerda que el autocuidado es, ante todo, "una cuestión de medida", como defendían los estoicos. Advierte que la industria actual "corre el riesgo de castigarnos con conductas casi obsesivas" y nos empuja a perseguir "cánones de belleza inasumibles o soñar con eterna juventud".

Finalmente, el debate se centra en la importancia de la "presencia", de conectar con el aquí y ahora. Frente a rutinas interminables, se reivindican gestos sencillos y auténticos, como el de cuidarse con "jabón en la cara como las antiguas". Diego Garrocho invita a una reflexión más profunda: "¿De qué parte de nosotros hablamos cuando hablamos de autocuidado?". Señala que la obsesión se centra casi siempre en el cuerpo, olvidando rutinas para el cuidado del espíritu como "el silencio, la lectura de un buen libro o una buena conversación".

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.