Jorge Morla, experto en tecnología, habla sobre el sueldo récord de Elon Musk, su propia Wikipedia y el jaque a la ley de IA europea
El magnate impulsa Tesla hacia la robótica y desafía el conocimiento con una enciclopedia de IA en un momento clave para la regulación tecnológica en Europa

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La actualidad tecnológica ha vuelto a ser protagonista en el programa 'Herrera en COPE', donde el periodista Alberto Herrera ha analizado junto a Jorge Morla, experto de la sección 'Nuevas Tecnologías', las últimas polémicas protagonizadas por Elon Musk. Además, han abordado la encrucijada a la que se enfrenta la Unión Europea con su ambiciosa ley de inteligencia artificial, que podría ser pausada antes de su entrada en vigor.
Un bonus histórico para un futuro robótico
Tesla ha dado luz verde al paquete salarial más grande de la historia para su CEO, Elon Musk: un billón de dólares. Según ha explicado Morla, no se trata de un pago inmediato, sino de un plan de compensación condicionado a que la compañía alcance, de aquí a 2035, unos objetivos muy ambiciosos. Estos incluyen una valoración bursátil de 8,5 billones de dólares, la fabricación de 20 millones de coches eléctricos anuales y el despliegue de un millón de robotaxis.
Lo más relevante de este bonus es que obliga a Tesla a diversificarse más allá de los coches eléctricos, un mercado donde China compite con fuerza. El objetivo es que la empresa se convierta en líder en robótica, software y movilidad autónoma. De hecho, Musk ya ha anunciado la producción del 'CyberCab', un robotaxi que ni siquiera tendrá volante y cuya fabricación comenzará este mismo año.
Grokipedia: ¿la 'verdad' según Musk?
La otra faceta de Musk, la de ideólogo, se ha manifestado con el lanzamiento de 'Grokipedia', una enciclopedia digital creada por su inteligencia artificial, Grok. El magnate la presenta como una alternativa a Wikipedia, a la que acusa de parcialidad ideológica. Según Musk, "la Wikipedia tradicional está controlada por activistas de extrema izquierda y que oculta la verdad".
Pese a sumar casi 800.000 artículos en su primer día, la nueva plataforma ha recibido críticas. Muchos usuarios han señalado que parte del contenido parece adaptado o directamente plagiado de Wikipedia, y no se especifica si hay revisores humanos o si todo lo genera la IA. Además, medios estadounidenses han destacado que algunos artículos sobre temas como Black Lives Matter o la esclavitud están alineados con el discurso personal de Musk.
La verdad no es un dato matemático, es una construcción que necesita contexto, matices y revisión constante"
Experto en tecnología
Este movimiento plantea un debate de fondo: ¿puede una IA sustituir al conocimiento colectivo? Como ha señalado Morla, "la verdad no es un dato matemático, es una construcción que necesita contexto, matices y revisión constante", algo que las máquinas aún no hacen bien. Por su parte, la Fundación Wikimedia ha reaccionado con calma, poniendo en duda la fiabilidad del proyecto de Musk y reivindicando la transparencia y la revisión voluntaria como base de su modelo.
Europa, en la encrucijada de la IA
En paralelo a las iniciativas de Musk, el Financial Times ha adelantado que la Comisión Europea valora pausar la aplicación de su nueva ley de inteligencia artificial. La medida afectaría a los artículos más estrictos, dirigidos a los modelos más potentes de compañías como OpenAI, Google y Meta.
La decisión respondería a la fuerte presión de Estados Unidos y las grandes tecnológicas, que argumentan que la estricta regulación europea podría "frenar la innovación y dejar al continente un poco atrás en la carrera global por la inteligencia artificial". Se evidencia así el gran dilema de Europa entre su papel como defensora de los derechos y su necesidad de competir tecnológicamente.
La ley, concebida como un ejemplo de liderazgo ético, obliga a las empresas a ser transparentes sobre cómo entrenan sus modelos y a prevenir sesgos, con altas sanciones por incumplimiento. Ahora, Bruselas teme que una aplicación rigurosa provoque una fuga de innovación o que las empresas limiten sus servicios en el continente.
El posible resultado es que se mantengan las normas sobre transparencia básica, pero se conceda más tiempo a las empresas para adaptarse a las exigencias mayores. Esta situación pone sobre la mesa la dificultad de Europa para regular sin perder un peso tecnológico que ya está en declive, y su reto por definir una identidad digital propia que respete los derechos humanos y la privacidad.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.



