Dice que a un personaje se le coge manía y cariño pero que no le ha pasado con Falcó, un personaje “con el que cierro una trilogía”. No lo mata, avisa que lo deja ahí, por lo que pueda pasar. Un personaje que a pesar de ser un machista, una mala persona, y con gusto por el crimen, es guapo y encantador y le hace triunfar en su literatura.

En su etapa de reportero de guerra conoció a muchas personas y “tuve la suerte en cuanto a formación de vivir en un mundo violento y cuando observas aprendes de la vida y utilizo mis recuerdos para construir a Falcó y su entorno”. Todo en un París de los años 30 que se acerca al mundo de ahora porque “aquella sociedad presuntamente culta no era consciente de lo que se venía encima, y en esa irresponsabilidad creo que también vivimos nosotros”.

Lo divertido es “utilizar el marco y sacar el contenido. Ser novelista es ser un tramposo”. Lo dice porque se documenta primero y luego mete su propio contrabando. Salen personajes de la historia pero no siempre hacen lo que realmente hicieron. Incluso rinde cuentas con un fanfarrón Hemingway.

La polémica puede estar servida por el hecho de afirmar que Picasso no pintó el Guernica por patriotismo sino por dinero, pero en eso Pérez Reverte deja claro que “es una novela, y un novelista tiene derecho a novelar lo que le apetezca”. Y eso dice “no quita mérito ni al pintor ni al cuadro”.

Sobre faltas de ortografías y gazapos, asegura que “la tecnología favorece las erratas. Hay más ahora que nunca”. Pero todos somos humanos, y tenemos en el teclado la “v” y la “b” una junto a la otra. Asique “no se erratan si en este libro hay alguna irrita”. Digo errata.