El primer sonido del día de HERRERA EN COPE

"Los socios de Sánchez vuelven a decirle: quiero lo mío"

Antonio Herráiz repasa los principales titulares en el primer sonido del día que marcarán la actualidad de este lunes 14 de julio de 2025

- 7 min lectura | 10:22 min escucha

Son las seis, las cinco en Canarias.

Muy buenos días. Lunes, lunes, lunes. Qué alegría saludarles en este 14 de julio. Aquí Antonio Herráíz y el resto del equipo de Herrera en Cope. Empezando la semana de forma estable, al menos en lo meteorológico. Hemos despedido ya la Dana que tantos problemas ha dejado en puntos de Aragón, Cataluña y también en La Rioja. Y el día se presenta así, con estabilidad, salvo en el área cantábrica, donde un frente va a dejar lluvias débiles y dispersas.

Y luego, las máximas, que son las habituales de estas fechas: 39 en Córdoba y Granada, 38 en Jaén y Ciudad Real, 37 en Toledo. Vamos, dentro de lo habitual. Iba a por el tercer Wimbledon consecutivo, iba a por su sexto Grand Slam, con apenas 22 años, con toda la artillería preparada para conseguir algo con muy pocos antecedentes. Y nuestro Carlos Alcaraz, que hace tiempo que dejó de ser una promesa, se ha quedado a las puertas.

Esta vez no ha podido ser. Enfrente tenía al mejor tenista del mundo en la actualidad: el italiano Jannik Sinner. Y aunque el murciano de El Palmar no se lo puso fácil —ganó el primer set—, luego no mantuvo el nivel, se fue apagando y perdió los tres siguientes por idéntico marcador: 6-4. De las derrotas también se aprende, y lo recordaba en los micrófonos de COPE el rey Felipe VI, que estuvo en el palco viendo la final de Wimbledon.

Bueno, hubiera sido un remate triunfal para el carácter, sumando Wimbledon a Roland Garros, pero no ha podido ser. Eso no le resta ningún mérito. Y no nos olvidamos de todo lo que ya ha conseguido el murciano y de todo lo que nos tiene preparado para el futuro. Abrimos una semana en la que los socios de Sánchez vuelven a preguntar al presidente “¿qué hay de lo mío?” O mejor: “quiero lo mío”, que suele coincidir, vaya sorpresa, con que pretenden lo suyo y lo del resto.

Quieren lo suyo, lo tuyo y lo mío. Ahora que hablábamos de tenis: la semana pasada Pedro Sánchez salvó su particular match ball personal, pero no ha vuelto a un altísimo precio, porque en esta vida —y eso nos lo enseñaron las abuelas— no hay nada gratis. En un pleno contra la corrupción vimos a todos los socios muy, muy enfadados, pero todos dispuestos a darle oxígeno y salvar al soldado Sánchez. Y a partir de hoy se vuelven a poner en la fila para recordarle lo pendiente. Lo inmediato lo tenemos hoy mismo en Barcelona con uno de esos encuentros bilaterales entre el Gobierno de España y la Generalitat de Cataluña para saldar las deudas de Sánchez con los separatistas. Pero oiga, que al frente del Ejecutivo catalán está el socialista Salvador Illa. ¿Qué deuda van a tener que saldar entre hermanos de partido?

Ya, ya. Pero es que para que Illa llegara a ser presidente, aceptaron una serie de cesiones que ahora tienen que cumplir, porque en Esquerra Republicana les han dicho que, si no, no les aprueban los presupuestos en esta comunidad. Y entre la larguísima lista de claudicaciones está la transferencia íntegra de la gestión del IRPF por parte del Estado a la comunidad autónoma catalana. El “cupo catalán” —o eso que la ministra de Hacienda llama financiación singular para explicar lo que es difícil de explicar en territorios como el que ella quiere gobernar algún día, es decir, Andalucía— con esto seguro que no va a ganar muchos amigos nuevos. Esta cesión es una reivindicación histórica del separatismo catalán.

Por buscar antecedentes no tan lejanos, está la reunión entre Rajoy y Artur Mas, en la que Rajoy se negó y los de la antigua Convergència decidieron echarse al monte. Y hasta hoy. Pero es que el líder de Esquerra ya ha dicho este fin de semana que vale, que esto del IRPF lo dan por hecho, pero que luego tendrán que venir el resto de impuestos. Y después, y después, no se han olvidado del referéndum, con la advertencia de que lo volverán a hacer, y ahora ya con todas las trabas legales enterradas por Sánchez. Por Sánchez y por el Constitucional de Cándido Conde-Pumpido. ¿Qué es lo que deciden hoy?

El qué, el cómo, el cuándo. Las cifras no están del todo claras, pero los separatistas aseguran que con el traspaso del IRPF a las arcas de la Generalitat llegarán más de 25.000 millones de euros adicionales. Esto supone el efecto de que Cataluña se sale del régimen de financiación común, en el que están otras 14 comunidades. Esto supone que Sánchez acepta que se rompa el principio de solidaridad y que se rompa una baraja que, con sus defectos, ha venido funcionando para cohesionar el país. Y no solo eso: sienta las bases para la recaudación plena en Cataluña. Y aquí las cifras —si es que consiguen recaudar todos los impuestos— se disparan. De recaudar el 9 %, quieren pasar a cobrar y gestionar el 100 %.

Esto implica duplicar la recaudación hasta superar con creces los 50.000 millones de euros. ¿Y de esto, Cataluña va a compartir algo con las comunidades menos prósperas, con las que tienen más dificultades? ¿Va a devolver algo al conjunto de los españoles por los servicios no transferidos que presta el Estado también en Cataluña? Después de romper la caja común llega el siguiente capítulo, que supondrá el enésimo agravio. La respuesta es fácil de deducir.

Eso es, precisamente, en principio, una de las cuestiones que se espera que negocien hoy: la cuota de solidaridad con otras comunidades autónomas. Algo que a los separatistas les importa entre nada y menos. En todo caso, la supuesta negociación que va a tener lugar hoy en Barcelona entre el Gobierno de España y el de la Generalitat tiene un árbitro que pone las normas: esa Esquerra, ese Oriol Junqueras, que mantiene su particular amenaza.

Bueno, semana de pasar por caja para los separatistas catalanes. Hoy lunes, en esa reunión a solas, sin que el resto de las comunidades tenga ninguna oportunidad de decir ni de decidir nada. Y mañana le toca el turno a los del PNV. Sobre la mesa, otra cuestión que no deja de ser otra cesión. En este caso, el traspaso de un primer bloque de la Seguridad Social al País Vasco.

También otras cesiones vinculadas al evento marítimo o a la conectividad de aeropuertos, puertos y ferrocarriles. No se vayan a enfadar los vascos y no vayamos a generar un agravio comparativo. Y el viernes le toca pasar por caja a Junts, el partido del fugado Puigdemont. Es una cuestión que, como no depende directamente de Sánchez, pues se les está haciendo bola y de momento se les ha atragantado.

Es el tema de la oficialización del catalán en Europa. El viernes se lo vuelve a elevar el ministro Albares, después de que en junio fracasara. Este es más un tema que va a hacer ver a Puigdemont que sí están haciendo todo lo posible.

Y con todas estas reuniones, cesiones, claudicaciones, Sánchez pretende llegar al último pleno antes de las vacaciones parlamentarias —la próxima semana, 22 de julio— sacando alguna ley y marcharse tranquilo, con el convencimiento de que los españoles en la playa, en la montaña o donde se vayan de vacaciones, olvidarán todo. Además de todo lo que tenemos por delante esta semana, vamos a estar en Torre Pacheco, un pueblo de la Región de Murcia con más de 40.000 vecinos, que es un auténtico polvorín. Un grupo de magrebíes agredió brutalmente a un hombre de 68 años, y eso ha desencadenado una ola de enfrentamientos. De un lado, los que piden más seguridad y que se actúe contra los agresores, a los que se ha añadido un grupo de ultras convocados por redes sociales, y que ni son ni viven en Torre Pacheco. Por otro lado, los inmigrantes, a los que se han añadido otros que tampoco son del pueblo, y que se han encarado con palos, con piedras, con adoquines, machetes, incluso con material pirotécnico. Cuidado con lo que está pasando en Torre Pacheco, que no es ajeno a lo que está pasando en otros puntos de España, y que no nos debe llevar a minimizarlo, o incluso a simplificarlo o a ignorarlo. No todo es racismo, ni mucho menos, aunque lo haya. Y por eso se suman los ultras que quieren tomarse la justicia por su mano y generar odio. Hay también una evidente falta de integración, y una convivencia fallida por parte de una segunda o tercera generación de inmigrantes magrebíes. Hemos visto lo que ha pasado en Francia. Hemos comprobado lo que ha pasado en Bélgica, donde están más adelantados que nosotros con la inmigración, y aquí de momento no hemos aprendido nada, porque lo que estamos haciendo es ignorar o minimizar realidades que ya están en nuestras calles.

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