"Se cumple un año de una vacilada mayúscula al Estado; la burla de Puigdemont que contó con aliados policiales, y no solo en los Mossos d'Escuadra"

Escucha el monólogo de Antonio Herráiz del viernes 8 de agosto

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La ola de calor se resiste a marcharse. La AEMET apunta ahora que nos va a acompañar, al menos, hasta el jueves. Hoy la mayor parte de España tiene avisos por altas temperaturas salvo contadas excepciones: en Asturias, en la Comunidad Valenciana y en la Región de Murcia.

La última hora llega desde Israel. El gabinete de seguridad israelí ha aprobado el plan del primer ministro para tomar el control militar de Gaza. A esta hora, seguimos conociendo píldoras de esa operación que forzaría el desplazamiento hacia al sur de todos los palestinos que viven en la ciudad de Gaza, que supera el medio millón de habitantes. No hay cifras oficiales, pero algunas fuentes apuntan a que en la principal población de la granja puede haber 800.000 personas.

Netanyahu da este paso después de una estrategia militar fallida. No ha conseguido rescatar con vida a todos los rehenes en manos de Hamás y el ataque ha provocado una crisis humanitaria sin precedentes. Además, los terroristas, que fueron los que provocaron la respuesta tras la masacre del 7 de octubre, han conseguido ganar el relato con cada vez más voces desde la comunidad internacional que cuestionan al gobierno de Israel.

Que Hamás está dispuesto a volver a atacar a Israel, es una obviedad. Que cuenta con el apoyo de Irán y de otros  grupos terroristas de la zona como Hizbolá, también. Y lo que pretenden es desestabilizar a Occidente. Esto para los que dicen... buah, otra vez Oriente Medio, con lo lejos que nos pilla. Nada de eso.

Por Israel tiene todo el derecho a defenderse. Pero eso no es incompatible con defender que Israel tiene que respetar las reglas del derecho humanitario, y en los últimos meses ha ido demasiado lejos y esta operación militar, si fracasa, puede volverse en su contra con un primer ministro israelí que solo pretende eternizar el conflicto, regalando argumentos a sus enemigos y extendiendo un antisemitismo que jamás ha traído nada bueno. Y ahí está la historia.

Por lo demás, hoy se cumple el  primer aniversario de uno de los capítulos más vergonzantes de la historia de España. Un año de la aparición en Barcelona de un delincuente fugado, con una orden de detención vigente, que se paseó triunfal y desafiante a las puertas del Parlamento de Cataluña, en un espectáculo bochornoso retransmitido en directo y que pudieron ver en todo el mundo.

Y no sería porque Carles Puigdemont no había avisado de sus intenciones. Hasta que el 8 de agosto de 2024 se consumó una vacilada mayúscula al Estado; una burla para la que, evidentemente, contó con aliados policiales, y no solo en los Mossos d'Escuadra.

Lo de hace un año fue un escarnio con un ejercicio circense sin precedentes"

Antonio Herráiz

Lo de hace un año fue un ridículo mayúsculo, un descrédito para el cuerpo de los Mossos, pero también para la Policía Nacional y la Guardia Civil, con un dispositivo para detenerle en la frontera que fue un auténtico fracaso. Ha pasado un año y en el Ministerio del Interior nadie ha asumido ningún tipo de responsabilidad, bajo la sospecha permanente de que había orden política de no detener al expresidente catalán. El ministro Grande-Marlaska solo activó recursos extraordinarios cuando Puigdemont ya se había fugado.

Lo de hace un año fue un escarnio con un ejercicio circense sin precedentes. El fugado apareció por las calles de Barcelona, tan campante, acompañado de su escudero Jordi Turull, de varios escoltas de paisano y bajo la mirada de viandantes que le grababan y le hacían fotos. ¿Y los Mossos? Diciendo algo así como, venga, Carles, date prisa que no miramos.

Hasta que llegó un punto en el que los suyos le hicieron un pasillo, y el delincuente con orden de arresto se subió al escenario que le habían preparado casi a las puertas del Parlament de Cataluña, en el Arco del Triunfo. Allí siguió con la mofa dando un mitin en el que pidió lo de siempre: la independencia.

Como terminó esta farsa, ya se lo saben. Tocata y fuga. Igual que apareció, desapareció, sin que nadie hiciera siquiera un amago para detenerle. En cuestión de minutos había cruzado ya la frontera, o eso nos contaron, porque Puigdemont sabía que ese trámite lo tenía también controlado. Nos es difícil de imaginar la amenaza: Pedro, como me detenga, se te acaba el chollo en Madrid.

¿Qué sabemos un año después? Muy poco más de lo que vimos hace aquel 8 de agosto de 2024. Nadie asumió responsabilidades, la cúpula de los Mossos y el Ministerio del Interior se apresuraron a enterrar el caso sin aclarar el desastre.

Hay una investigación en marcha, el caso está en los juzgados de Barcelona, después de que el juez del Supremo encargado de la causa 1 de octubre, el magistrado Pablo Llarena enviara los informes policiales que confirman el fracaso policial. De momento, esa instrucción en el juzgado número 24 de Barcelona no ha arrojado resultados públicos.

Bueno, sí, hay un avance, pero para los tres mossos d'Escuadra que escoltaron a Puigdemont vestidos de paisanos y que le acompañaron a su llegada y en la fuga. ¿Qué es de estos cooperadores necesarios un año después?

Pues los tres se han reincorporado a su trabajo como si no hubiera pasado nada. Uno de ellos en enero y los otros dos fueron restituidos esta semana por la Consejería de Interior que dirige la socialista Nuria Parlom. El argumento para levantar la suspensión de empleo y sueldo es que se ha cumplido el periodo máximo establecido en este trámite administrativo.

CONCLUSIÓN: un año después, nadie, absolutamente nadie, ha pagado por la fuga de Puigdemont  retransmitida en directo por streaming.

De lo que se cumple también un año es de la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. No contaba con la mayoría suficiente así que siguiendo la estrategia de sumisión de su líder hacia los indepes, firmó un acuerdo con Esquerra Republicana y una cesión destacada por encima de las demás: la financiación privilegiada para Cataluña; la ruptura de la caja común; el concierto económico exclusivo para esta comunidad y el cuponazo, al estilo del vasco y el navarro, pero sin tenerlo recogido en la Constitución.

Durante este año con ILLA al frente del Gobierno catalán, nos ha ratificado varias cuestiones que ya sabíamos. La primera que detrás de esas formas exquisitas, detrás de ese tono de filósofo, que es lo que estudió, se esconde el verdadero rostro del sanchismo. No tiene ningún escrúpulo para gobernar a costa de lo que sea y su palabra no vale nada.

Esto es lo que vale la palabra de Salvador Illa. Lo mismo que la de Pedro Sánchez.

Y lo último del presidente catalán ha sido buscarse un enemigo para tratar de esconder esa soberanía fiscal para Cataluña que ha entregado a los separatistas en una bandeja. Illa no se ha quebrado mucho la cabeza; no le ha subido la fiebre eligiendo el blanco de su diana: Isabel Díaz Ayuso.

No podía recuperar el mantra del España nos roba, porque tiene a Sánchez en Moncloa, así que lo ha revestido el Madrid nos roba, y así se suma al coro del Gobierno de España que sostiene también esa teoría.

Tesis falsa como recoge el último informe elaborado por FEDEA, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, que son los suficientemente rigurosos como para tenerlo en cuenta. Se centran en datos del Ministerio de Hacienda. Y concluyen que en 2023, Madrid se unió a las comunidades autónomas infrafinanciadas. En ese grupo está la Región de Murcia, que la que peor financiación tiene por habitante, le sigue la Comunidad Valenciana, Andalucía, y Castilla-La Mancha. Estas cuatro, junto a Madrid, por debajo de la media. Y ahí no está Cataluña. Ni tampoco País Vasco y la Comunidad Foral de Navarra, que tienen sus sistemas forales propios pero que cuentan con más recursos que la media.

Aquí nadie roba a nadie y ese discurso victimista que ha enarbolado Illa se desmonta con cifras. Madrid aporta el triple que Cataluña a la caja común. Esa aportación de la comunidad autónoma madrileña representa el 75% del total. Y a partir de ahí, dentro de su soberanía para subir o bajar impuestos, Díaz Ayuso, ha decido bajarlos con dos consecuencias casi inmediatas: aumentan las inversiones y, por tanto, crece la recaudación.

Y es el discurso que ha defendido siempre la presidenta de la comunidad incluso cuando ha estado en Cataluña.

Háganlo aquí. Y en manos de Salvador Illa está. Pero no. Están a otras cosas. A claudicar ante los separatistas que han dilapidado el dinero de los catalanes y, por tanto, de todos los españoles con su delirio independentista. De haberse cuantificado o fiscalizado, hasta el último céntimo que se han gastado en la causa soberanista, sabríamos una realidad que abochornaría incluso a los que siguen con este disparate. Y Salvador Illa poniendo cortinas de humo para esconderlo".

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