Miro y no veo salida a la crisis sanitaria, económica, institucional...En fín la crisis total en la que ha caído España desde que una tramposa moción de censura, hace ya más de dos años, aupó al poder a un personaje que entonces sólo parecía ambicioso, pero que al que adornan otras muchas virtudes, como el engaño, la simulación y, sobre todo, una falta de escrúpulos desconocida hasta ahora en nuestra clase dirigente de las últimas cuatro décadas. Esa falta de escrúpulos es la que nos ha situado a la cola de Europa en todo.

Desde el número de contagios por el coronavirus, hasta la caída libre del PIB, del empleo y del tejido productivo en su conjunto. Todo este desastre que no ha hecho más que empezar, tiene su orígen en la siembra sistemática del odio al adversario, sea político, mediático o cultural.

El penúltimo despropósito de la factoría del prensa y propaganda de Moncloa ha sido convertir las medidas adoptadas por la Comunidad de Madrid para intentar frenar la segunda oleada de la pandemia en un enfrentamiento entre ricos y pobres, ese mantra perverso que la izquierda lleva años agitando de forma irresponsable como un espantajo, y que se une al despreció permanente a La Corona, clave de bóveda de nuestra Constitución que practica el vicepresidente del gobierno, macho alfa de de los los consejos ciudadanos, los nuevos Coros y Danzas del comunismo rancio de Unidas Podemos.