Kevin Strickland no celebra unas Navidades en su casa desde que tenía 18 años y han pasado 43. Durante todo este tiempo, ha estado encarcelado por un triple asesinato que no cometió.

Todo empezó el 25 de abril de 1978 en Misouri, EEUU. Dos conocidos se pasaron por su casa a charlar un rato y, después, fueron a otra vivienda a cobrarse una deuda de 300 dólares. La discusión terminó en tragedia, mataron a tres personas e hirieron de gravedad a una cuarta.

Fue, precisamente, esa cuarta persona una mujer, la que en una rueda de reconocimiento acusó a Kevin de haber participado en aquel suceso. Ni siquiera la versión de los asesinos -quienes se declararon culpables y aseguraron que este hombre no había participado en el crimen- evitaron su condena a cadena perpetua. La mujer que le acusó, por cierto, diría años después que había mentido por presiones policiales. Se quería cerrar el caso cuanto antes.

Durante cuatro décadas, Kevin ha hecho todo lo posible para que se reabriera el caso. Para que algún político le escuchara, pero nada. Mientras, su hija ha ido creciendo y su madre falleció sin ni siquiera despedirse de ella.

Pero gracias a la ayuda de una abogada que se dedica a reabrir casos como éste, Kevin acaba de conseguir su libertad. Por fin, podrá celebrar las Navidades con su hija y visitar la tumba de su madre.