El alzhéimer cada vez es una enfermedad más común entre los más mayores. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), actualmente la padecen unas 800.000 personas en España. El alzhéimer es no es solo la principal causa de demencia en todo el mundo, sino también la enfermedad que mayor discapacidad genera en personas mayores en España y, por lo tanto, con uno de los mayores gastos sociales.

En España, la SEN calcula que el coste medio de un paciente con alzhéimer oscila entre 17.100 y 28.200€ por paciente y año. Un coste, que aumenta con el empeoramiento cognitivo, llegando hasta los 41.700€ en los casos graves y, en los que una parte de los pacientes precisan institucionalización. Teniendo en cuenta todos los niveles de gravedad, la SEN estima que el coste total en España del tratamiento del alzhéimer, en pacientes mayores de 65 años, es de unos 10.000 millones de euros anuales, lo que viene a representar el 1,5% del producto interior bruto nacional.

En 2015 había alrededor de 47 millones de personas con demencia en el mundo y, de acuerdo con las proyecciones de población, si la prevalencia de demencia actual se mantiene constante, en el año 2050 habrá alrededor de 130 millones de personas. En España, entre un 3 y un 4% de la población de entre 75 y 79 años está diagnosticada de alzhéimer, unas cifras que aumentan hasta el 34% en mayores de 85 años.

Además, la SEN estima que alrededor del 15% de la población mayor de 65 años padece deterioro cognitivo leve y que, en el 50% de los casos, sería debido a la enfermedad de Alzheimer.

Cecilio y Candelaria

Como consecuencia, esto afecta a muchas familias. Esto es lo que le ha pasado a Cecilio y Candelaria, un matrimonio cuya enfermedad le está haciendo la vida mucho más difícil, tanto en lo personal como en lo económico.

Cecilio ya no puede más. Es un tinerfeño de 84 años que atiende sin ningún tipo de ayuda, de día y de noche, a su mujer Candelaria, que sufre de alzhéimer. Lo hace con una pensión de 650 euros y destina la mitad, 325 euros, al centro de día al que acude su mujer. Es el único momento de respiro para él, que solo vive para estar con su esposa.

Con el resto del dinero, tiene que arreglárselas para sobrevivir. Dejó de pagar el agua y la luz porque no puede permitírselo y no sabe si, en los próximos días, le cortarán el suministro. Desde hace doce años lleva reclamando, sin éxito, una residencia para Candelaria. Él tampoco se encuentra bien de salud. En unos días tiene que hacerse una biopsia y, este mismo mes, ingresa en el hospital para una operación en el ojo.

Candelaria y él tuvieron cinco hijos, tres de ellos no aparecen por casa y sus otras dos hijas echan una mano siempre que pueden, pero una es enferma de cáncer y la otra pasa muchas horas fuera del domicilio por trabajo. Por ello, Cecilio pide ayuda desesperadamente.