

"María Guardiola tendrá que sentarse a negociar con los de Abascal en enero y Sánchez explotará esa imagen en beneficio propio, como ya hizo en 2023"
Jorge Bustos analiza el anuncio de la presidenta extremeña de convocar elecciones para el próximo 21 diciembre
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Hoy me he acordado de una película, una película mítica de los 90 que se llamaba precisamente 'Atrapado en el tiempo'. El día del topo. Bueno, el día de la marmota se tradujo también. Bueno, la película del despertador de Bill Murray sonaba más o menos a esta hora una y otra vez a las 6 de la mañana con la canción de Sony Cher I got you babe. Y es una canción que acabas odiando, acaba odiéndola al protagonista y acaba diéndola al espectador porque en la peli el mismo día empieza una y otra vez y el personaje principal que es Bill Murray vive atrapado en ese día de la marmota que es el 2 de febrero. Y lo único que cambia es la actitud con la que Murray se va tomando el eterno retorno del mismo día.
Es una comedia, pero yo creo que propone una reflexión bastante profunda sobre el ejercicio del libre albedrío, sobre la posibilidad que tenemos de cambiar y de influir para bien en los demás con nuestras pequeñas decisiones cotidianas. Bueno, pues en España vivimos desde hace 8 años atrapados en el día de la enésima amenaza de Carlas Puigdemont.
Porque hay montañas que paren ratones y hay montañas que paren marmotas. Esa marmota gigante con Flequillo, que es el líder de Junts, anunció ayer la ruptura de su partido con el gobierno y quiso dotar al anuncio de una gran solemnidad. Desde Perpiñán, rodeado de su ejecutiva, pronunció un largo discurso estilo Fidel, cargado de reproches y de justificaciones que parecían, sobre todo, dirigidas a su propia militancia, que es la que tiene que avalar la decisión de la ruptura con Sánchez en una consulta que se celebrará el miércoles y el jueves, y el mismo jueves conoceremos el resultado.
Pero vamos, ya te puedo adelantar el resultado, será afirmativo porque esta clase de plebiscitos populistas se convocan precisamente para eso, para vestir de legitimidad popular, una decisión previamente adoptada por el líder carismático. Así que el muy honorable prófugo hace saber al mundo que, a partir de ahora, Pedro Sánchez pierde el apoyo parlamentario de Jun y no podrá aprobar presupuestos ni ninguna otra iniciativa legislativa. ¿Pero estamos realmente ante un antes y un después en esta legislatura? Porque el hecho es que Junts lleva meses tumbando votaciones del gobierno de coalición o de corrupción o como se llame. Y hace tiempo que Sánchez nos ha dicho que pretende agotar la legislatura aunque no tenga presupuestos.
Otra cosa será cuando se agoten los fondos europeos, que eso va a suceder el verano que viene. Pero Pedro, como cualquier autócrata vocacional, ya nos avisó de que gobernará con o sin el concurso del Parlamento. Por eso el lunes tuvo mucho de Día de la Marmota, otra supuesta jornada histórica que en realidad no tendrá el poder inmediato de acortar la legislatura ni de adelantar esa hora del cambio que formuló Miriam Nogueras.
Si Puigdemont hubiera anunciado ayer su disposición a sumar sus votos a una moción de censura contra Sánchez, entonces sí estaríamos hoy hablando de un día histórico. Pero Junts no quiere provocar elecciones porque no le convienen y tampoco quiere seguir apareciendo como socio de un gobierno de izquierdas cada vez más impopular porque Silvia Orriols le está comiendo la tostada en los sondeos. Así que el trilero de Waterloo ha hecho lo de siempre, que es recuperar foco, marcar la conversación y ganar tiempo y, de paso, apaciguar a las bases de su partido, porque en esas bases empezaban a hartarse de que el gran Timonel de Waterloo se abrazara a Pedro pensando únicamente en su amnistía personal y no en las necesidades del partido.
En el fondo, Puigdemont y Sánchez son tal para cual. Son dos trileros que llevan 2 años engañándose mutuamente y dejándose engañar y engañando a sus votantes sobre la naturaleza de su relación, que no tiene nada que ver ni con la presunta normalización de Cataluña, que es lo que dice Sánchez, ni con la supuesta hoja de ruta de Bruselas, que es lo que dice Puigdemont. Tiene solamente que ver con la pura supervivencia política de cada uno de los dos. Por eso ambos se necesitan y por eso ambos caerán al mismo tiempo, porque esto no ha sido una legislatura, esto ha sido una toma de rehenes que somos todos los españoles. Lo explicaba muy bien Emiliano García-Page ayer en estos micrófonos.
“Ahora mismo está prisionero Puigdemont del propio del propio Sánchez y el gobierno a su vez de Juns, ¿no? Esa es la realidad. La realidad es que desde el minuto uno esta legislatura es es un laberinto sin salida, pero no solo para el gobierno. Lo es para todos los que apoyaron la investidura”. Si te fijas, laberinto sin salida es otra forma de llamar al día de la marmota.
Las elecciones de María Guardiola
Y luego luego hay políticos responsables que cuando pierden la mayoría para aprobar presupuestos lo que hacen es convocar elecciones. Y eso es lo que ayer anunció la presidenta de Extremadura, María Guardiola. Ante la negativa de Vox a sentarse siquiera a negociar unas cuentas para los extremeños y sabiendo que el PSOE no pasa por su mejor momento allí porque tiene un líder que está imputado en el caso hermanísimo. Pues Guardiola ha decidido apretar el botón rojo, rojo color cerezo del Jerte. Los extremeños están convocados a las urnas el próximo 21 de diciembre.
Guardiola tiene un argumento poderoso para justificar este adelanto, que es el bloqueo y tiene además una estrategia, un relato que es la centralidad. Esta es la estrategia de María Guardiola, apelar al amplio espacio de moderación que existe entre Vox y PSOE, entre los que la llaman roja y los que la llaman facha. Y en tiempos de polarización esta apuesta suena sensata y es posible que también sea vista así por una mayoría de extremeños.
La pregunta es, ¿por cuántos exactamente? Porque en mayoría absoluta no parece probable que vaya a sacar el PP en un feudo tradicionalmente socialista como Extremadura y, si necesita Vox para ser investida, tendrá que sentarse a negociar con los de Abascal en enero. Ya sabemos que a Guardiola no le gusta esa escena y también sabemos que a Pedro Sánchez sí le gusta y la explotará en beneficio propio, como ya hizo en 2023 para ir a elecciones generales movilizando a los votantes de izquierdas contra las alianzas autonómicas entre PP y Vox. Y le salió bien.
La pregunta ahora es, no solo cómo le va a salir la jugada a María Guardiola, sino cómo puede afectar a compañeros suyos en parecida situación de sabotaje por parte de Vox, como por ejemplo Jorge Azcón en Aragón. Y, sobre todo, ¿cómo puede afectar esa cadena, si es que hay cadena, a Alberto Núñez Feijóo, que ya tiene suficientes problemas con el empecinamiento de Carlos Mazón por seguir en un puesto del que se ausentó el día menos adecuado para ausentarse. El caso es que ha empezado el baile. Damas y caballeros, queda inaugurado el largo ciclo electoral que desembocará tarde o temprano en unas elecciones generales. Pero cuando pensábamos que el detonante de este ciclo electoral vendría de Cataluña, resulta que la liebre saltó en Extremadura. Y esto ya no hay quien lo pare, ni siquiera la marmota de Waterlo.



