

"Este lunes España ofrecerá al mundo un espectáculo inédito, el del máximo responsable de perseguir el delito en nuestro país sentándose en el banquillo"
Jorge Bustos repasa todo el caso del fiscal Álvaro García Ortiz y los indicios que le llevan a ser acusado en un juicio que arranca este 3 de noviembre
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Seguro que has visto al menos una vez esa obra maestra del cine de los 90 que es Hit, ya sabes, Robert de Niro, que es un atracador y Al Pacino, que es el policía que lo persigue. Se pasan toda la película como El perro y el gato, pero hay un momento en plena persecución en que Deniro descubre que le están siguiendo y entonces decide parar el coche, se baja, camina directamente hacia su perseguidor, hacia Al Pacino, le toca la ventanilla y le le dice, "Oye, vamos a tomar un café para conversar cara a cara". Y Al Pacino acepta, y el diálogo que mantienen en la cafetería marca el clímax de la película. Por unos instantes, cada personaje se despoja de su papel, de la función que a cada cual le ha asignado la sociedad y se muestran únicamente como hombres, como hombres insatisfechos, solitarios, pero atados a un código de conducta que nunca van a quebrar.
Y es entonces cuando ambos descubren que en realidad se encuentran ante un espejo, están en lados opuestos de la ley, pero tienen bastantes más cosas en común de lo que les gustaría reconocer. “Un tipo me dijo una vez, 'No admitas nada en tu vida que no puedas dejar en 30 segundos si la pasma te pisa los talones'. Bueno, si me sigues a mí, tienes que actuar cuando actúo yo. ¿Cómo esperas poder conservar un matrimonio?" Es una pregunta cargada de fatalismo, porque efectivamente es imposible salvar un matrimonio si la pasma te sigue los talones, y eso es exactamente lo que le ha pasado a Álvaro García Ortiz.
Un espectáculo inédito en España
El todavía fiscal general del Estado quiso salvar un matrimonio, pero no el suyo, sino el matrimonio que forman Pedro Sánchez y Begoña Gómez. Y decidió ponerse a su servicio traicionando la dignidad de su cargo. Y por llevar demasiado lejos esa sumisión, ese servilismo a la estrategia de Moncloa y de Ferraz, este lunes España ofrecerá al mundo un espectáculo inédito, el del máximo responsable de perseguir el delito en nuestro país, sentándose en el banquillo de los acusados por cometer él mismo presuntamente un delito. Y lo que es más asombroso, el tipo se niega a dimitir porque sigue obedeciendo a su único patrón, que es Pedro y que le ha pedido que aguante. Así que Alvarone va a ser interrogado por fiscales que están formalmente bajo sus órdenes.
Y esto es algo que solo ocurre en los estados fallidos. Pero García Ortiz ya no se enfrenta solamente a peticiones de dimisión, eh, se enfrenta a peticiones de cárcel. La Asociación Profesional Independiente de Fiscales, sus colegas, solicita 6 años de prisión. El ilustre colegio de la Abogacía de Madrid pide cuatro y el novio de Isabel Díaz Ayuso, Alberto González Amador, reclama otros cuatro. Pero vamos a recordar cómo hemos llegado hasta aquí, hasta la escena histórica, por desgracia, que vamos a contemplar esta mañana en el Supremo porque es fácil perderse en medio de la descomposición moral del sanchismo con tantos casos de corrupción y tanto informe de la UCO.
El origen del caso García Ortiz
El caso fiscal general arranca en la noche del 13 de marzo de 2024. A las 9:30 el periódico El Mundo publica la noticia, naturalmente veraz, de que la fiscalía ofrece a la pareja de Ayuso un pacto a cambio de que admita dos delitos fiscales. El artículo se basaba en el correo electrónico que el fiscal que investigaba González Amador había enviado al abogado del empresario el día anterior. “Le adjunto copia de la denuncia para facilitarle el derecho de defensa”, decía ese correo, y seguía diciendo, "no será obstáculo para poder llegar a un acuerdo si usted y su cliente lo estiman posible". O sea, el clásico pacto entre un sospechoso defraude y el Estado para que Hacienda ingrese la pasta y el investigado se evite el juicio.
Pero claro, este no era un particular cualquiera, no era un empresario cualquiera. Resulta que alguien en el entorno de Moncloa, en Hacienda suponemos, se dio cuenta de que el tal González Amador salía con cierta política enemiga de Pedro Sánchez llamada Isabel Díaz Ayuso. Y resulta que todo esto sucedía en pleno estallido del caso Begoña, con Pedro desquiciado por la inminente imputación de su mujer, porque ya sabes que es un hombre profundamente enamorado.
Así que alguien deseoso de hacer méritos le vino a Pedro con la munición. “Presi, desviemos hacia Yuso toda esa atención que ahora está en Begoña”. Y dicho y hecho. Se movilizaron todos los resortes del Estado contra un ciudadano particular que tenía efectivamente un pleito con el fisco, que aún lo tiene, como tantos otros particulares. Pero no todos merecen la movilización del Estado en su contra. Eso ocurrió solo porque era el novio de Ayuso. Se activó una operación de estado que involucró a Hacienda, al entonces jefe de gabinete de Sánchez, que era Óscar López, y al propio fiscal general en persona. Impaciente por complacer al matrimonio Sánchez-Gómez, García Ortiz saca de un partido de fútbol del Atleti al fiscal que estaba llevando el asunto de González Amador esa anoche.
Le pide los documentos del caso, se los pide también a la fiscal jefe provincial de Madrid, que se llama Pilar Rodríguez y le ordena que se lo rebote a una cuenta personal de Gmail, no a la suya oficial de la fiscalía, a la de Gmail, porque la oficial podría dejar rastro y empieza a presionar a sus subordinados para que filtren una nota de prensa con la información confidencial sacada de esos correos entre el fiscal y el abogado. de González Amador. Hay una fiscal que se presta solícita a la operación, que es Pilar Rodríguez y que llega a expresar su deseo de meter más cianuro, dice, en la nota de prensa. Pero hay otra fiscal que se niega a obedecer al barone. Esa fiscal se llama Almudena Lastra y va a declarar hoy. Y quizá vuelva hoy a relatar el tenor literal de esas presiones que recibió de su jefe. Y cito textualmente, "Almudena, ¿no me coges el teléfono? Si dejamos pasar el momento nos van a ganar el relato".
Esta es la frase que delata la finalidad política de la filtración, que al día siguiente se le facilita a Juan Lobato, por cierto, para que la use la Asamblea de Madrid contra Ayuso. Pero claro, él se da cuenta de que es ilegal usar esa información privada y acaba yendo al notario para cubrirse las espaldas y le acaban echando el partido para hacerlo. Porque claro, los agentes empiezan a investigar porque es muy grave que en democracia un representante del Estado use información que solo tiene el Estado contra un ciudadano particular solo porque es el novio de una rival política. Y el mismo día que el Supremo abrió causa contra García Ortiz, nuestro investigado recordó el consejo de Robert de Niro.
“Un tipo me dijo una vez, 'No admitas nada en tu vida que no puedas dejar en 30 segundos si la pasma te pisa los talones'”. Así que todo un fiscal general, sabiendo que la pasma le pisaba los talones, cambió de teléfono, reseteó el que había utilizado hasta ese momento y además eliminó su cuenta personal de correo electrónico, la de Gmail, a donde le habían mandado la información confidencial.
Es decir, el fiscal general de España se comportó como un delincuente, presa de los nervios, que se pone a destruir frenéticamente las pruebas que lo inculpan. El Supremo no logró recuperar los datos del móvil ni del mail. Lo intentó, pero no pudo. Ahora bien, ha advertido de que el mero borrado de pruebas puede fundamentar una condena. El juicio va a durar 6 días y va a contar con 40 testigos. Hoy declararán varios fiscales y García Ortiz se juega 6 años de cárcel. Pero él sigue viéndose a sí mismo como un defensor del honor de la fiscalía, no como la vergüenza que es para sus compañeros y para cualquier demócrata.
“No puede ser que la mentira derrote a un fiscal general. No puede ser. No podemos estar en ese escenario. Y creo, además que con eso de alguna manera protejo a los fiscales”, decía. Tiene usted razón, señor fiscal. Procesado. No será la mentira la que lo derrote. Será la verdad que usted intentó borrar como un vulgar delincuente.



