

“Se han tenido que quemar más de 110.000 hectáreas y morir 4 personas para que el presidente entienda la conveniencia de interrumpir sus santas vacaciones”
El análisis de la actualidad, en el monólogo de Jorge Bustos de las 8:00 horas de este lunes 18 de agosto de 2025
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Buenos días y bienvenido al amanecer de este lunes 18 de agosto. Día en el que empezamos a decir adiós a la ola de calor después de 16 días sofocantes. La bajada de temperaturas va a empezar en la mitad norte peninsular. Incluso se espera hoy lluvia en Galicia, Cantábrico, Cataluña y los Pirineos. Aún así, esta tarde tenemos alerta por altas temperaturas en 9 regiones. Donde más calor se espera, en Murcia.
Qué ganas tenía yo de saludarte desde este micrófono. Qué ganas tenía de madrugar ya un poquito, en vez de pasarme el día ganduleando por ahí. Mira, yo no sé si las vacaciones están sobrevaloradas, como dijo Feijóo con una ironía que sus adversarios no supieron o no quisieron entender, pero desde luego en este paraíso de los fijos discontinuos que es España, lo que está infravalorado es el trabajo. Y cuando se tiene un buen trabajo, madrugar es una bendición.
Sinceramente yo echaba de menos ya esta silla, este estudio, esta casa. Y te echaba de menos a ti, que me escuchas al otro lado de la radio en esta mañana de agosto, una mañana de ilusionante debut para mí. Muchos compañeros me han preguntado este verano cómo afronto este cambio, esta bendita responsabilidad de incorporarme a Herrera en COPE. Pero aquí quien importa no es el que habla sino el que escucha: porque esto solo tiene sentido si tú me acompañas. Porque se trata de ir haciendo un camino compartido.
vuelta al cole intensa
Y menudo camino tenemos por delante. Esta vuelta al cole se presenta muy intensa, ya te aviso. Va a ser un curso apasionante. Caliente. Van a pasar muchas cosas en España y en el mundo en las próximas semanas. Y vamos a procurar contártelas al oído y explicártelas con rigor, con equilibrio, con buen humor siempre, y con una puntita de indignación cuando toque. Que últimamente toca bastante.
Empecemos por reconocer que desconectar es complicado cuando se está quemando tu país. A ver, hay quien consigue desconectar a pesar del fuego. Hay una persona a la que se le da bastante bien desconectar: se llama Pedro Sánchez.
El Houdini de la política
Es un maestro en el arte del escaqueo, el Houdini de la política. Se han tenido que quemar más de 110.000 hectáreas y han tenido que morir cuatro personas en los últimos 15 días para que el presidente del Gobierno entienda la conveniencia de interrumpir sus santas vacaciones en ese palacio que el rey Hussein de Jordania se construyó en Lanzarote y donó al rey Juan Carlos.
Al Estado español. Bueno, pues ayer por fin Pedro se dignó a acudir a Orense y a León, que como sabes en las últimas horas son las dos zonas más afectadas por la ola incendiaria que está calcinando España.
Y te digo una cosa: quizá para hacerse una foto es mejor que se quede en La Mareta. A lo mejor es verdad que los políticos estorban más que ayudan en situaciones así. Su trabajo consiste más bien en facilitar los medios a los bomberos y a los servicios de emergencias.
Pero claro, lo que no vale es exigir presencialidad a los demás y luego ausentarte cuando el marrón es tuyo. Ayer por fin nuestro presidente interrumpió su descanso y viajó al noroeste calcinado del país. Compareció con su delgadez ya habitual, pero muy bronceado, con unos vaqueros y una camisa verde que te quiero verde.
Le acompañaba Marlaska: claro, tratándose de fuego, tiene sentido que lo acompañe el ministro más quemado del gabinete. Pero a Pedro se le notaba bastante que echaba de menos Lanzarote. Se le notaba que no le apetecía nada dar esa rueda de prensa con el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. Ni le apetecía poner morritos de honda preocupación. Y mucho menos proponer de boquilla un pacto de Estado para intentar desarmar a Feijóo.
Bien está que el Gobierno movilice a 500 efectivos más de la Unidad militar de Emergencias. Pero de elevar la emergencia la nivel 3, como han pedido en Ponferrada, de momento ni hablar.
Y repito: la obligación de un presidente del Gobierno no es hacerse fotos en los sitios. Es aprobar unos presupuestos que doten a los servicios de emergencias de los medios necesarios para afrontar estos salvajes incendios de nueva generación con mayores garantías.
La obligación de un Gobierno es promover políticas de prevención durante el otoño y el invierno. Y su obligación es también no criminalizar la ganadería extensiva, que durante siglos ha permitido desbrozar y limpiar los montes que hoy están abandonados, convertidos en combustible vegetal a la espera de un chispazo.
Pero resulta que España tiene un presidente que se dispone a agotar una legislatura entera sin aprobar unos presupuestos porque no quiere reconocer que ha perdido la mayoría parlamentaria. Porque tiene pánico a perder el poder. Porque teme incluso acabar en un banquillo. Este es el problema que paraliza la gestión de los problemas del país: la obstinación de un solo hombre en negar la realidad cuando la realidad contradice su interés.
Fuego no respeta colores políticos
Mira, ya sabes que en España la especialidad de la casa es la politización. Aquí politizamos hasta los cuatro elementos: politizamos el aire, el agua, la tierra y por supuesto también el fuego. Para qué unirse contra el fuego si podemos arrojar una antorcha encendida a la cara del rival político.
Las comunidades se están prestando medios entre ellas ante la pasividad del Gobierno central, que se niega a reconocer el carácter nacional de esta emergencia. Feijóo demanda la intervención del Ejército. Galicia está pidiendo desesperadamente más medios al Gobierno central. Porque el fuego no respeta colores políticos ni distingue baronías: se quema España, no el feudo de Mañueco o de Guardiola o de Rueda.
Pues en esto también ha cambiado de opinión. Ahora le piden la ayuda y tampoco, vaya por Dios. Toda la fuerza se agota en llamamientos retóricos a la unidad. Así que entre el fuego de verano, la DANA de Valencia y la pandemia se nos está quedando un Estado de las autonomías bastante disfuncional. Pero el problema quizá no sea el diseño institucional de un Estado descentralizado: el problema quizá sea la renuncia de personas concretas a asumir responsabilidades cuando vienen mal dadas.
Pero te hablaba de la politización de los incendios. Y esto atañe por igual a izquierda y a derecha, eh. Hay una derecha que atribuye los incendios únicamente al fanatismo ecologista y a la agenda 2030. Y hay una izquierda que los atribuye únicamente a la precariedad salarial de los bomberos. Lo que falla en ambos casos es el adverbio “únicamente”.
Porque las causas de esta ola incendiaria son múltiples, y afectan periódicamente a muchos otros países desarrollados con una climatología parecida a la nuestra. Y es compatible señalar la precariedad en las plantillas de bomberos con la ceguera de los ecologistas que con sus restricciones al sector primario terminan convirtiendo el monte en una pira de burocracia.
Y es compatible constatar la existencia del cambio climático con la existencia de pirómanos tarados que disfrutan viendo el mundo arder. Es un hecho que los veranos son más cálidos que antes y que ese calor facilita la expansión del fuego; y es un hecho que hay dos docenas de detenidos por pegarle al fuego al monte. Alguno incluso era brigadista: o sea que se acercaba al foco disfrazado de voluntario para ver de cerca su obra, como Nerón.
Reunión entre Trump y PutiN
Hablando de pirómanos, por cierto. Titulan algunas crónicas que la reunión entre Trump y Putin en Alaska ha sido un fracaso. Ojalá hubiera sido solo un fracaso. En realidad ha sido algo peor: un nuevo ejercicio de lobotomización del presidente de la primera democracia del mundo a manos de un sádico excoronel del KGB que es bastante más listo que él.
Vladimir le tiene tan cogida la medida a Donald que logró romper el bloqueo diplomático al que lo había sometido Occidente desde que invadió Ucrania.
Al ruso le bastó masajear el ego del amigo americano para salirse con la suya: ni concede un alto el fuego, ni renuncia a su voluntad imperialista de anexión territorial por la fuerza, ni ofrece garantías para la soberanía de Ucrania si sus ciudadanos desean ingresar en la Unión Europea o en la OTAN.
Por cierto, a la reunión de líderes europeos que evaluó la situación en Ucrania y renovó el apoyo a Zelenski no fue llamado Pedro Sánchez.
Es lo que pasa cuando decides hacer política doméstica con los compromisos de Defensa y te colocas al margen en la foto con tus aliados: que te toman la palabra y te convierten en un marginado.
¿Pero de qué hablaron entonces Trump y Putin?
¿Pero de qué hablaron entonces Trump y Putin? Sabemos que Putin se montó en la Bestia, el coche blindado que es considerado territorio estadounidense, dio un paseo a solas con Trump, charló durante tres horas con él y se volvió a Rusia con la sonrisa que se les pone a los gatos cuando juegan con los ratones. Incluso logró que Trump calificase a
Rusia como “segunda potencia del mundo”, como si todavía viviéramos en le Guerra Fría. ¿Para qué ha servido entonces el esperadísimo cara a cara entre ambos líderes?
Porque las bombas siguen cayendo en las ciudades ucranianas. Y las tropas rusas siguen avanzando para apoderarse del Dombás. Bueno, pues de momento el encuentro en Alaska solo ha servido para que Zelenski sea llamado hoy mismo al Despacho Oval, donde ya fue humillado ante los ojos del mundo entero.
Y todo apunta a que Trump se va a limitar a hacer de correo del zar; es decir, instará a Zelenski a rendirse para que el republicano pueda venderles por fin a sus votantes la paz que les prometió en campaña.
Aunque esto no sería una paz justa ni duradera: esto sería una convalidación del derecho de conquista por la vía de los hechos. O sea, la paz de los cementerios. Veremos si hoy Zelenski sale de la Casa Blanca resignado a perder el pedazo de territorio que su enemigo demanda a bombazo limpio y que los ucranianos llevan tres años defendiendo con sus vidas.
ADIÓS A LAMBÁN
Como ves, hay muchas formas de hacer política. Algunos se meten en política para satisfacer su ego. Otros para dar rienda suelta a su afán de poder. Algunos simplemente para figurar, o porque no tienen oficio, pero aspiran a tener beneficio.
Javier Lambán no encarnaba ninguno de estos casos. Este gran aragonés que fue Javier Lambán se nos fue el día de la Virgen de la Paloma dejando un recuerdo imborrable de lo que debe ser un político, ahora que proliferan los sucedáneos.
Un buen político es alguien que no negocia con sus principios. Es alguien que se debe a su palabra y a su programa, y que nunca pierde de vista el bien común. Alguien que no nos informa de cómo está él, aunque esté muy mal, porque lo que le duele es primero el país, después el partido y ya por último, si acaso, su propia persona.