Antonio Agredano y las meteduras de pata: "Hago memoria de lo que pudo ser pese a los muchos errores"
El cronista de Herrera en COPE pone letra a todos esas situaciones desafortunadas que han propiciado nuestros Fósforos.

Meter la pata, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas
Publicado el - Actualizado
2 min lectura2:15 min escucha
Pulsar un botón de emergencias en un hospital, dejar sin luz a varias oficinas bancarias o tirar una mesa el día de tu pedida de mano... nuestros Fósforos han metido mucho la pata y Antonio Agredano le pone voz y letra.
METER LA PATA
ESCUCHA AQUÍ 'CRÓNICAS PERPLEJAS'

Meter la pata, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas
Del mismo modo en el que la oscuridad sólo encuentra alivio en la luz, el fracaso es imprescindible para entender lo que es el acierto. Por eso, llevo años fallando. Por eso, en la caja de los éxitos, guardo, sobre todo, cientos de frustraciones y ridículos.
Para decepcionar también hace falta talento. He sido un pésimo estudiante, un hijo respondón, un novio voluble. La pereza y el rencor guiaron a veces mi vida. Siempre fui de portazo fácil, de silencios largos, de muchos abandonos.
Pero aquí estoy, haciendo memoria de lo que pudo ser, en paz conmigo mismo, pese a los muchos errores. Claro que he metido la pata a veces. Hay amistades que rompí y de las que ahora me arrepiento. O mujeres que me dieron su amor y su confianza y yo les salí por peteneras. Dejé de escribir libros. Dejé de ir al gimnasio. Pasé demasiadas horas al sol con una cerveza en la mano. Pensando en nada. Haciendo nada. Fui dócil en ocasiones. Otras veces ridículamente rebelde.
Y me he sentido perdido y solo. Y pequeño. Pero miro para atrás y digo: bien está. El espejo me devuelve la medida exacta de lo que soy. Algún buen día tuve en el camino. Algún amor tierno. Algún proyecto concluido. Un par de contestaciones precisas. Somos la suma de lo bueno y de lo malo.
No tengo edad para fustigarme. Ojalá, de juvenil, haber salido a por ese balón en el córner, porque si no es por aquel gol en contra, hubiéramos sido campeones de Liga. Ojalá haber compartido menos gintonics, menos madrugadas en la cabina, menos desayunos con desconocidos. Ojalá haber leído más. Ojalá haber continuado en aquel trabajo y no salir corriendo de forma airada por alguna discrepancia de la que ni siquiera me acuerdo. Ojalá tantas cosas… que es mejor sentarse con un buen vino y en lugar de mirar atrás, hacerlo hacia delante.
Para acumular nuevos desencantos. Para celebrar la vida como es: un lento tiovivo en el que muchas veces elegimos el caballo equivocado.



