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Turismo de leyenda: Murcia, herencia romana al máximo exponente

Una semana más, en Fin de Semana con Rosa Rosado y José Talavera, nos vamos a conocer algunos de los lugares más emblemáticos de España a través de las leyendas más interesantes

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Tiempo de lectura: 5'Actualizado 15 ago 2020

Nuestro experto en viajes turístico en territorio nacional nos destaca Murcia, donde hay maravillas como su imponente catedral y Cartagena y su impresionante herencia romana, dos grandes ciudades repletas de mitología y que nos encantan.

Hay que recordar que existen también lugares de gran historia como Lorca y su casco antiguo y el recinto del castillo, que​ fueron declarados conjunto histórico-artístico antes que ningún otro lugar de la región. O Cehegín, que tiene un pasado esplendoroso que se refleja en sus calles y monumentos en gran medida. Sin olvidar, por ejemplo, Calasparra, que tiene bellas iglesias y restos de muralla árabe y torre cristiana.

Nos detenemos, para empezar, en la pedanía de Monteagudo. Aquí conocemos la “leyenda del castillo de Monteagudo y su tesoro oculto”. Cuenta la leyenda que un muchacho llamado Perete, natural de Cabezo de Churra, (que llamaban así a la pedanía de Cabezo de Torres), fue apresado y llevado ante el rey moro del Castillo de Monteagudo, al que sirvió y le enseñó las oscuras artes de la hechicería.

Un buen día aparece de visita en la casa de sus padres y éstos lo reciben con gran entusiasmo, pero cuando llega el momento de partir hacia el castillo, al llegar al punto más alto de la montaña entona unas misteriosas palabras que hacen retumbar todo el terreno, como si de un terremoto se tratara.

Por tres veces dijo: ¡Ya chie nun! Y como si hubiera dicho "Ábrete Sésamo" el monte se abrió y de él salieron oscuras criaturas tales como pájaros, murciélagos y mosquitos, que se fueron volando perdiéndose en la negrura de la noche.

El muchacho, horrorizado por este inesperado suceso, volvió de nuevo a repetir aquellas extrañas y mágicas palabras y, apareciendo una poderosa luz, la sima se cerró engullendo todo el monte y dejando el castillo solo encima de un trozo de peña. Moraleja: "No llames a la suerte, porque es una mal mandá, la estás llamando siempre, y no viene jamás. Y es una loca, porque aquel que no la quiere, ese es el que la logra."

Ahora nos desplazamos hasta Cartagena, donde hay que ver el anfiteatro romano y su conjunto del castillo. Y aquí tenemos una secuencia de la película Drácula, de Francis Ford Copolla. Pero, ¿es posible que pasaran por Cartagena seres inmortales en otros tiempos? Eso parece porque hablamos de una historia de vampiros, porque poco saben que Cartagena cuenta con una historia de vampirismo como pocas ciudades españolas.

Cuenta la leyenda que a mediados del siglo XIX desembarca en Cartagena un ataúd. Nadie lo reclama hasta que pasado el tiempo llega una carta de La Coruña en la que la caja fúnebre es reclamada La posta, el servicio de correos de entonces, se pone en funcionamiento y el féretro viaja hasta la ciudad gallega pasando por Almería, Toledo, Borox, Santillana del Mar y Comillas. Hasta ahí nada inusual, todo correcto. Un recorrido curioso porque en todas aquellas localidades se registraron casos de vampirismo durante los días que el ataúd estuvo allí.

Una vez en La Coruña nadie reclamó ya el ataúd, por lo que fue devuelto a Cartagena y reclamado después por un aristócrata serbio residente en Alhama de Murcia y al que, dicen, sólo se le podía ver tras la puesta del sol. El mismo que poco después abandonaría España para no volver jamás.

Nos vamos ahora hasta la magnífica Lorca, que tiene un conjunto histórico y palaciego que es digno de visitar. Precisamente aquí en Lorca vamos a conocer el misterio de uno de esos palacios, el Palacio de Guevara, conocido también como la casa de las columnas. Este palacio es uno de los edificios históricos más interesantes de Lorca, y también ha sido de los que más han atraído a los investigadores de lo paranormal porque se dice que algunas noches se pueden escuchar los cascos de un caballo, se supone que es el de don Juan de Guevara, que era el tiránico noble que mandó construir el palacio y que, según dicen, era aficionado a cabalgar dentro de sus estancias.

¿Hay evidencias de que este misterio pueda ser cierto? Talavera lo explica: en 2011, aprovechando que el edificio tuvo que ser desalojado tras los terremotos de Lorca, miembros de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas entraron con sus equipos para obtener pruebas de esta actividad extraña.

Y sí que lo consiguieron. Sus cámaras captaron interferencias inexplicables en una zona muy concreta de la escalera principal. Aunque lo más escalofriante fueron las psicofonías que parecían contener gritos de niños, llantos y una misteriosa voz que decía “tengo miedo”.

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¿Realidad o ficción? Vayan y compruébenlo ustedes mismos…

Nos vamos hasta Abanilla, otro lugar muy interesante de la región murciana. En este escenario vamos a hablar de la “Leyenda de la Santa Cruz” porque las fiestas de Moros y Cristianos de Abanilla vienen celebrándose desde mediados del siglo XVII. En estas fiestas se rememoran unos curiosos acontecimientos ocurridos durante la Reconquista: la aparición de la Santísima y Vera Cruz de Abanilla.

Situamos la leyenda en un momento en el que los reinos cristianos de Aragón y Castilla iban ganando terreno a los musulmanes. Pero a su vez no era raro que ambos ejércitos cristianos se enfrentaran entre sí al coincidir sus intereses. En la batalla de la Matanza se enfrentaron sendos ejércitos aragoneses y castellanos. Pedro IV El Ceremonioso, rey de Aragón, fue derrotado y en su huida acampó en Abanilla, a orillas del río Chícamo.

Según cuenta la tradición, en un huerto de la pedanía de Mahoya, junto al río, unos soldados aragoneses dejaron olvidado un estuche en cuyo interior se guardaban dos astillas de la Cruz de Cristo. El relicario pertenecía al arzobispo de Zaragoza, que solía acompañar al rey de Aragón en sus campañas. La cruz fue encontrada por unos campesinos y la entregaron al cura de Abanilla, el cual la colocó en el altar mayor de la iglesia de San José para que recibiera culto. Misteriosamente, la cruz desapareció hasta dos veces y siempre aparecía en el mismo sitio donde los labradores la habían hallado. De este modo se decidió levantar una capilla en ese lugar de Mahoya, junto al río Chícamo, y este es el origen de la ermita de Mahoya.

Para que la cruz no se “escapara” más hasta este lugar en el río se iniciaron las romerías de la Santa Cruz de Abanilla, que consisten en llevarla desde la iglesia de San José hasta la ermita de Mahoya. De hecho la romería de Mahoya es una de las fiestas con mayor tradición en Abanilla que se celebra cada 3 de mayo.

Para terminar, si hay un lugar en Murcia, que tiene leyendas es su catedral: realmente bonita por dentro y por fuera. Y además con leyenda incluida: en Murcia hubo un joven pendenciero que traía a sus padres de cabeza: no le gustaba trabajar, nunca había estudiado y lo que más le apetecía siempre era recorrer las tabernas de la ciudad. Vamos, un calavera o un pataliebre, como se dice por La Mancha. Desesperados, los progenitores lo llevaron al convento de los dominicos donde, tras mucho sufrimiento y viéndose expulsado, aprendió el arte de la adulación, por ello los monjes le concedieron el cargo de campanero en la catedral de Murcia. Pero pronto volvió el joven a las andadas y pasaba los días durmiendo las borracheras que cogía de noche, por lo que las campanas de la catedral no sonaban. Cuentan que un día fue a tocar las campanas completamente borracho. Sin darse cuenta, una de ellas lo enganchó y lo lanzó por los aires fuera del campanario hasta el tejado de una casa vecina. Al verlo, las gentes pensaron que era obra del demonio, aunque el joven pronto pudo explicar lo ocurrido sin haber sufrido daños excesivos. Desde entonces en Murcia existe el refrán que dice que “el vino más bueno, para el que no sabe mearlo, es veneno”.

Y hasta aquí Murcia. La próxima semana más leyendas en Fin de Semana con Rosa Rosado y la colaboración de José Talavera.

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