“Los padres también debemos disfrutar de la adolescencia de los hijos pero sin tolerar faltas de respeto”
David Bueno, doctor en Biología y especialista en neuroeducación, pasa por Fin de Semana con Rosa Rosado para ayudarnos a entender a los adolescentes

“Los padres también debemos disfrutar de la adolescencia de los hijos pero sin tolerar faltas de respeto”
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“¿Qué está ocurriendo con nuestros jóvenes? Faltan al respeto a sus mayores, desobedecen a sus padres, desdeñan la ley. Se rebelan en las calles inflamados de ideas descabelladas. Su moral está decayendo. ¿Qué va a ser de ellos?”. Ya hace más de 2.000 años Platón hablaba de los adolescentes en términos que podríamos emplear hoy día.
Y seguro que, igual que ahora, había en la Grecia clásica padres que aguardan con angustia el momento en que sus hijos iniciaran el camino hacia la madurez: la temida adolescencia.
Es una etapa de la vida llena de intensos cambios físicos y mentales. Y personas como David Bueno trabajan diseccionando esta fase tan tumultuosa. Él es doctor en biología y especialista en neuroeducación, además acaba de publicar ‘El cerebro del adolescente’ y de todo ello habla en Fin de Semana con Rosa Rosado: “Nos cuesta entender a los adolescentes por cómo vamos construyendo nuestra propia memoria biográfica, tenemos la sensación de que nuestra vida ha sido un encadenado de causas y consecuencias y tenemos la tendencia a interpretar y reinterpretar nuestro pasado en función de nuestro presente, como si todo lo que hicimos en la adolescencia nos llevase a ser lo que ahora somos, y eso no hace olvidar las mil encrucijadas que seguro que tuvimos y no recordamos y las tonterías que hicimos, eso hace que nos cuente entender que ellos tengan dudas, pero distintas porque el contexto es muy distinto al de hace 20 o más años”.
El doctor en Biología también explica que, “como especie biológica, somos la única especie creativa que hay en toda la naturaleza. En la adolescencia se potencia muchísimo esta creatividad, es lo que nos permite seguir siendo creativos de adultos, ese deseo de romper límites y experimentar novedades pero lo vivimos como actos de rebeldía y de cuestionar todo. Esto permite que, cuando maduren, sigan teniendo ganas de aprender y avanzar en su vida”.
“Son rebeldes con causa y su causa es biológica, su propio cerebro les impulsa a cuestionarlo todo. Los adultos debemos acompañarles intentando disfrutar de su adolescencia, no tomarlo como un ataque personal porque no lo es, relativizarlo, pero sin tolerar las salidas de tono que tienen, reconducirlas”, explica, y añade que “estas salidas suelen ser porque están estresados y el estrés es mal consejero, es mejor esperar a que estén tranquilos para intentar reconducirlo, sin tensión o la menor posible. Lo más importante en esta etapa es acompañarles y apoyarles emocionalmente”.
Y por supuesto está el tema de pertenecer a un grupo de semejantes: “El cerebro les impulsa a socializar con sus iguales porque están construyendo la sociedad del futuro, la vivirán con sus compañeros de ahora, no con nosotros que ya seremos muy mayores. Deben socializar con sus compañeros porque es la forma de integrarse y poner límites. Cuando hay situaciones de acoso escolar se sienten extremadamente solos y estos altibajos emocionales agravan esas sensaciones de soledad que debemos evitarlas siempre, muy fácilmente pueden llevar a tristeza, tristeza profunda y hasta depresión”.
Llega el momento de hablar de estos chavales que deciden acabar con la vida de sus familias, tristemente famosos: “Hay muchos factores que intervienen pero veo dos especialmente relevantes: todos estos casos tienen detrás tienen una patología mental previa, muchas veces no diagnosticada por no haber manifestación previa tan violenta; el segundo es el estrés que pueden vivir en su entorno, además los confinamientos lo han agravado y por eso estamos asistiendo ahora a más violencia entre grupos de adolescentes o entre adolescentes y servicios de orden público, por no haber podido socializar tanto como les pedía el cerebro. No es justificación, por supuesto, es explicación que nos debería ayudar a reducirlos en el futuro”.
Una clave: “Los adolescentes tienen que enfrentarse a los mayores. Durante la infancia hacen caso y viven a través de las vivencias de sus padres. Precisamente la adolescencia sirve para cuestionar todo esto, explorar los límites, cruzarlos y, muchas veces, enfrentarse a padres y maestros porque son ellos los que te han marcado estos límites. Hasta cierto punto es normal y sano, el problema es cuando sale de madre y va mucho más allá como agresividad verbal y física, ahí hay que buscar trastorno previo o acoso, tal vez muchas presiones”.
Por todo ello el escritor da algunas claves para orientarnos en esos cerebros adolescentes: “Primero, relativizar las salidas de tono. No dejarlas pasar pero no responder en el mismo instante, dejar que fluya la conversación cuando sea más óptimo. Segundo, intentar mantener la confianza con ellos, la confianza se contagia y trabajarla desde pequeños. Tercero, intentar disfrutar nosotros de su adolescencia y recordar cuando éramos adolescentes que nosotros éramos así”.



