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¿Te has hecho la casa de tus sueños y respiras “modernidad”? Los romanos de antaño ya lo hacían

Paco Álvarez, autor de 'Mitomorfosis', explica en Fin de Semana con Cristina por qué las viviendas de los clásicos no se diferencian tanto de las nuestras actuales

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Cristina López Schlichting
@crisschlichting

'Fin de Semana' COPE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 13:13

Viene mucho por Fin de Semana con Cristina un señor romano que siempre nos quiere convencer de que hemos cambiado muy poco en los últimos 2.000 años. Esta vez dice que nos quiere contar cómo eran las casas romanas, que no eran tan diferentes de las nuestras. Dice. Él es Paco Álvarez, autor entre otros libros de romanos, de “Mitomorfosis”.

Entonces, ¿las casas romanas se parecen a las nuestras? ¿No eran mucho más grandes? “Hombre, quien podía permitírselo tenía una casa más grande, obviamente, pero en la ciudad de Roma, la mayor parte de la gente vivía en pisos, como nosotros”, explica el romano, “de todas formas y generalizando, las casas, tanto las grandes ‘domus’, como los apartamentos, que ellos llamaban, en singular ‘cenaculum’ se parecen mucho a donde vivimos”.

Pero claro, uno a lo mejor no tiene mosaicos en el suelo de casa ni jardín peristilo, ni columnas, como se ve en las películas, a lo que el experto relata que “la misma palabra doméstico, es decir, de la casa, viene de ‘domus’, la casa romana. Hogar viene de ‘focaris’ que es, literalmente, el fuego del hogar, hogar que podremos comprarnos si alguien nos da lo que los griegos y romanos llamaban ‘Hypotheca’, que quiere decir obligación. Mansión viene de ‘Mansio’, que es como se llamaban los mesones de carretera antiguos y palacio, viene de la casa que Augusto tenía en la colina palatina, casa que se terminó llamando ‘palatium’, por estar ubicada allí y que dio nombre a todos los palacios, desde el real de Madrid hasta el de Invierno, que existen o existirán. Pero tenga el tamaño que tenga tu casa, seguro que en ella tienes tendremos un vestíbulo (‘vestibulum’), un comedor (‘triclinium’), uno o más dormitorios (‘cubiculum’), cuarto de baño (‘latrina’) y calefacción, incluso puede que de suelo radiante (‘hipocaustus’). Igual, igual que en la antigua Roma”.

Un momento, ¿suelo radiante? Pues parecía que ese sistema era modernísimo, lo que cuenta Paco: “Pues el ‘hipocaustum’ lo inventó un tal Cayo Sergio Orata en el siglo I antes de Cristo, y te puedo decir que se forró instalándolo. El sistema consistía en hacer circular aire caliente por un doble suelo a partir de un horno que controlaba la combustión y así calentar las casas. Este artilugio era muy útil tanto para las termas como para las casas de los que pudieran permitírselo y se instaló por todo el Imperio al menos hasta el siglo V. En todas las Villas romanas de Hispania puede contemplarse el sistema, que luego en la Vieja Castilla medieval se llamó Gloria y que permitía la circulación de aire caliente a través de conductos instalados en el suelo. Evidentemente, ‘estar en la gloria’, dicho de una manera un poco irreverente, era estar, en pleno invierno castellano medieval, en un cuarto calentado de esta romana manera”.

Vale, pues aceptamos suelo radiante como invento romano, pero sepamos más de la casa: “Pues además de las habitaciones que hemos comentado, en vez de nuestro salón, tenían atrio, que es donde colgaban los retratos de los antepasados, como nosotros y ‘tablinium’, o despacho, desde donde teletrabajaban, diríamos ahora, también, si podían, tenían ‘bibliotheca’, donde guardaban sus libros en estanterías, como ahora los que no tenemos solemos hacer en el salón. Cicerón decía que, si en tu casa tenías biblioteca y jardín, podías considerarte feliz. Las paredes solían estar pintadas, no como con papel pintado, sino pintados directamente en la pared los motivos decorativos y el suelo de las habitaciones principales, solía ser de mosaico”.

Esto las casas de ricos pero, ¿ y los pisos?: “Pues aunque había de todo eran bastante peores. Eso sí, tenían ventanas e incluso pequeños balcones al exterior. Balcones que solían adornar con plantas y flores, como todavía hacemos. Cuanto más alto era el piso donde se situaba más pequeño el apartamento. Por ejemplo nuestro poeta Marcial antes de ser famoso vivió en la tercera planta de una ínsula en la calle del Peral, en el barrio del Quirinal de Roma. Describió así su apartamento: ‘Vivo en una pequeña celda con un ventanuco que ni siquiera cierra, donde el mismo viento del norte querría quedarse’”.

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Pues sí que parece que las casas tienen algunos puntos en común con las nuestras, pero hará falta que venga otro día y contarnos más cosas, algo que promete: “Vuelvo pronto y recordad que, como en casa, romana, en ningún sitio. Valete omnes, adiós a todos, amigos romanos”.


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