El P. Maccalli residía en el pueblo de Bomoanga, un lugar que ni siquiera está mencionado en los mapas de la región. Su casa estaba abierta las 24 horas para recibir visitas, enfermos y necesitados de ayuda. Uno de sus compañeros ha relatado a la agencia FIDES que era frecuente que por la noche alguien llamase a su puerta y que él abriese sin vacilar, a pesar de las tensiones que existen en la zona, en la que actúan varios grupos armados.

En realidad se trata del octavo rehén en manos de grupos de distinto signo en el área del Sahel. Inmediatamente los líderes musulmanes de Níger han publicado una enérgica condena de un secuestro que consideran injusto y criminal, subrayando que es totalmente contrario a los preceptos de la religión musulmana. Reconocen además que el P. Pierluigi Maccalli es un hombre de paz, un gran hombre de Dios al servicio de Níger desde hace más de 10 años, y piden que Dios Todopoderoso le ayude en esta terrible prueba.

Los compañeros del misionero secuestrado subrayan el vínculo indisoluble que tenía con su gente: los niños enfermos a los que llevaba a la ciudad y todos los que tenían problemas por falta de comida. También organizaba viajes para brindar atención médica a quienes no podían recibirla en el lugar, y había comenzado a acompañar a jóvenes, adultos y familias.

La suya es realmente la Iglesia de los pobres, los auténticos reyes de su vida. Por esto solía llamar a su iglesia la 'basílica' de los pobres. En estos momentos no hay noticias de su paradero, aunque algunos rumores indican que un grupo guerrillero le mantendría como escudo humano para protegerse de posibles ataques aéreos del ejército.