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Pedro Sánchez y el pelo de la dehesa

Sánchez, cual presumido nuevo rico, se calza las gafas de sol, muestra sus manos con la manicura recién hecha y se sube al helicóptero

Ana Luisa Pombo

Ana Luisa Pombo

Redactora Jefa

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 09:50

Pedro Sánchez y el pelo de la dehesa

 

"!Mucho Mercedes, mucho Mercedes, pero se le sigue viendo el pelo de la dehesa!". Ese es el comentario generalizado con el que la gente comenta la vuelta al pueblo del vecino presumido y arrogante, que regresa después de unos años, alardeando de billetes en el bolsillo y de cochazo como síntoma de nuevo rico. Lo que no sabe el aparente nuevo rico, es que para sus vecinos, nunca dejará de ser "el hijo del Abundio o del Ambrosio o de la Petenera" y que, por mucho que presuma de cochazo, en el pueblo saben que es alquilado y que, cuando se le acaben las vacaciones, volverá a ser uno más en el trabajo, si es que no se queda en paro. Es, un poco lo que le ocurre a Pedro Sánchez, cuando presume de helicóptero y avión. 

“A partir del lunes cojo mi coche (un Peugeot 407 matriculado en 2005), para recorrer de nuevo todos los rincones de España y escuchar a aquellos que no han sido escuchados, los militantes y los votantes de izquierdas de nuestro país”. Son palabras de Sánchez, pero no, no se hagan ilusiones, no es que haya decidido sacudirse el pelo de la dehesa y aparcar el Superpuma o el avión Falcon. No. Esas fueron las palabras que pronunció cuando en 2016 entregó su acta de diputado, después de ser descabalgado de la Secretaría General del PSOE. Hoy, Sánchez, cual presumido nuevo rico, se calza las gafas de sol, muestra sus manos con la manicura recién hecha y se sube al helicóptero, prestado por cierto,  prácticamente, para ir desde el edificio de Semillas al de Presidencia, los dos en el mismo complejo de la Moncloa y, naturalmente, tampoco le importa escuchar a los militantes y votantes que le piden a gritos que convoque elecciones tal como prometió cuando sacó adelante una moción de censura legal pero dudosamente moral. 

La verdad, es que resulta ridículo su afán de aparentar. ¿En qué cabeza cabe que, mañana mismo, teniendo Valladolid a poco más de dos horas de coche de La Moncloa, decida tirar la casa por la ventana y movilizar un helicóptero, un Falcon y un Airbus para acudir con un séquito de 50 personas a una cumbre hispano-lusa en la capital vallisoletana?. Un autobús de esos de última generación, pertrechado con todo tipo de modernidades, podría llevarlos a todos y, ya por el mismo precio, hacer un pequeño alto en Rueda, no para hacer pis porque esos autobuses llevan unos WC muy modernos, sino para que estirasen las piernas y disfrutaran de una degustación de sus vinos o detenerse en Simancas en cuyo Archivo General podrían aprender algo de esa historia de España que tanto se les resiste y que tanto les escuece. Pero no. Sánchez no está para perder el tiempo gobernando, ni desplazándose por carretera; Sánchez quiere ver mundo y cuánto más y antes, mejor. De hecho, él, que criticaba a Rajoy por haber utilizado en contadas ocasiones el avión oficial y siempre en viajes al extranjero, lo está utilizando hasta cinco veces más, incluso para recorrer 200 kilómetros y ya no digamos el helicóptero, convirtiéndose en el presidente más abusón y más viajero de nuestra historia reciente. No importa que Trump le hiciera un feo y lo mirase como si fuera una sabandija porque Sánchez, aprovechando que Nueva York está a la vuelta de la esquina cogió su avión y allá que se fue, a reunirse con el americano.

Todo le vale con tal de aparentar, incluso hacer aquello que antes criticaba. El 15 de abril de 2015, por ejemplo, estando en la oposición, Sánchez,  acusaba a Rajoy de "cabecear ante Merkel" por aceptar moderar el gasto y hacer recortes en nuestra economía. El 29 de junio de 2018, Sánchez no cabeceaba sino que se arrodillaba ante Merkel, aceptando acoger en España a los inmigrantes con delitos que no quieran los alemanes. El falso buenismo que esgrime hacia los inmigrantes que asaltan las vallas de Ceuta y Melilla agrediendo a los policías y guardias civiles, lo olvidó cuando, con Macron propuso crear zonas especiales de acogida de inmigrantes, auténticos guetos, apuntando directamente a las dos ciudades autónomas españolas. Se olvidó de Gibraltar, cuando para hacerle un guiño a la premier británica, decidió no solicitar la cosoberanía del Peñón y no le habrá ofrecido Ceuta y Melilla a Mohamed VI, por temor a que el rey de Marruecos, delicado de salud, lo tomase a modo de cuchufleta. 

Eso sí, cuando en el Congreso, por el que aparece de higos a brevas, le preguntan hasta en 14 ocasiones por el uso y abuso de los medios aéreos oficiales para desplazarse, las respuestas son de traca. A la pregunta de si piensa seguir utilizando un avión oficial para sus desplazamientos privados o lo pagará de su bolsillo, la respuesta escrita del gobierno fue: "En relación con la pregunta de referencia, se informa que el Presidente no utiliza el avión oficial para ningún evento de ocio personal". Al parecer, acudir en helicóptero a la boda de un cuñado en un pueblo perdido de la Rioja o en Falcon a un concierto de rock en Castellón es, según la respuesta del gobierno, un acto "de ocio" oficial. 

A la pregunta de si Sánchez se había desplazado de la Moncloa a Torrejón en helicóptero o utiliza medios más económicos, Moncloa, se suelta la melena y responde: "Los informes sobre movimientos de aeronaves militares, como los planes de protección de autoridades y pasajeros sometidas a la misma y, en concreto, los informes y datos estadísticos sobre movimientos de fuerzas, buques o aeronaves militares, tienen la consideración de materia clasificada, en virtud del Acuerdo del Consejo de Ministros de 28 de noviembre de 1986, en relación con la Ley 9/1968, de 5 de abril, reguladora de los Secretos Oficiales y modificada por la Ley 48/1978, de 7 de octubre". Vaya, que saber si, hace semanas, Sánchez viajó de Moncloa a Torrejón en helicóptero, en coche o en burro, es, según Moncloa, secreto oficial. 

Desde Aldeanueva de Cameros en La Rioja, donde se casó su cuñado, hasta Alemania, pasando por Francia, Portugal, Bélgica, Canadá, EEUU, Guatemala, Polonia, Cuba, Argentina, Costa Rica, Chile, Bolivia, Colombia o Marruecos.... el mundo se le está quedando pequeño a Sánchez y hay que entender que quiera aprovechar el tiempo, no sea que si se le tuercen las cosas, le hagan devolver el Mercedes, en este caso, el avión oficial y el helicóptero.

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