No es lo mismo una clase con prácticas de laboratorio, que una de informática. Todo se está teniendo en cuenta en la planificación del nuevo curso de la UPCT y es que hay que aprender la lección de lo que ha supuesto el coronavirus en el mundo de la educación y el teletrabajo. La prueba de fuego será la EBAU, prueba de acceso a la uniersidad que marcará las pautas a seguir para los pocos exámenes presenciales con los que se acabará el curso. Sin embargo, ya piensan en el próximo septiembre y en sus condicionantes.

La experiencia está siendo positiva, lógicamente con sus fallos, porque el COVID_19 llegó a la vida educativa de repente y sin margen para la adaptación. Los profesores están realizando un esfuerzo y también los alumnos. La adaptación forzosa de este más de mes y medio sirve para planificar el próximo curso que ya anuncian tendrá menos clases presenciales especialmente en el primer cuatrimestre. Un grado tiene alrededor de 20 horas presenciales en el aula y se quieren reducir al máximo. Los responsables quieren que vayan menos días a la facultad siempre que sea posible.

De igual forma que en estos días se pide teletrabajo, salvo excepciones, la vuelta a las rutinas tendrá sus limitaciones. Se reducirán al máximo permitiendo y con cautela aquellas prácticas o clases que sean inevitablemente presenciales como ahora se revisan los proyectos en marcha que requieren la presencia de sus reponsables. Consideran que ahora sí, tienen un margen suficiente para subsanar los errores que se hayan podido detectar en estos primeros inicios de los estudios on line que tan de cabeza han llevado a docentes y estudiantes que afrontan la parte final del curso.