El Cartagena se está convirtiendo en un equipo que asusta a propios y extraños, porque los números de la segunda vuelta son oro para un bloque que ha crecido desde el dolor y son veneno para unos rivales que saben lo que van a encontrar, pero que poco pueden hacer por evitar el castigo. Si tan fácil es lo harían todos.

Arrancaba el choque de los choques, porque sin ser final sí que es de esos que vale más que tres puntos. Un rival directo y herido que tiene buen trato de balón y que genera, aunque está atascado en el gol. El Andorra venía de un palo ante el Amorebieta y los de Calero debían aprovechar esa fragilidad anímica.

La complicidad de la grada, que ya busca ubicación para la estatua del míster, ha sido clave. Viven, como rezaba la pancarta, una pasión en blanco y negro.

El goleador

Lleva ya cuatro goles Fontán, que ha crecido de una manera brutal como jugador. La élite le espera. Debe ser más fácil cuando ese balón te lo pone Andy, pero había que meterla y lo hizo de una forma magistral. SIn embargo, un resultado corto hay que mantenerlo y no es fácil ante un rival que se vuelca y que sabe llegar y este Cartagena ahí se las sabe todas. Son como esa canción que siempre funciona, porque todos los componentes del grupo están afinados.

Nadie se olvida de su solo, porque Lizoain para las que tiene y la defensa no deja resquicio, porque los que destruyen en el medio son perros de presa y los que crean saben elegir las opciones buenas en los momentos clave. Los de arriba o marcan o se machacan por todo el campo, y en conjunto suenan bien y a la afición le gusta la música que propone Calero y hacen los coros.

Han hecho una canción sin la palabra miedo, pero que repite en el estribillo el seguir, seguir y seguir y el esfuerzo, porque son una piña que celebra y sufre junta y ya no hay miedo a visitar al líder, ni a un calendario con curvas. Ya sin los cables de la UCI, quieren alcanzar los 50 puntos, tienen ya 38. Duermen varios puestos por encima y nadie duda que van a intentar quedar lo más arriba posible, y nadie lo duda porque es un canción contagiosa que hoy suena a domingo feliz.