El ‘dream team’ de Alejandro Magno que desgarra su imperio tras su muerte: "¿Realmente dijo que me suceda al más fuerte?"

La falta de un sucesor claro desató una feroz lucha de poder entre sus generales más leales y los más ambiciosos por heredar el mayor imperio jamás conocido

Dos personas ven una estatua de Alejandro Magno, montado en su caballo Bucéfalo en una plaza de Skopje (Macedonia).
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Javier Iborra habla de la sucesión de Alejandro Magno

Alberto Sanz

Pamplona - Publicado el

3 min lectura11:27 min escucha

La repentina muerte de Alejandro Magno en el 323 a.C. sin un sucesor claro sumió al vasto imperio macedonio en el caos. Alrededor del conquistador se había forjado un auténtico 'dream team' de generales, una élite militar que, lejos de mantener su legado, se enzarzó en una lucha encarnizada por el poder. El periodista de Diario de Navarra, Javier Iborra, explica en COPE Navarra cómo esta pléyade de "héroes", comparables a los de la Ilíada o los mariscales de Napoleón, se disputó la herencia del mayor imperio de la Antigüedad.

Los fieles al legado

Entre los aspirantes, no todos tuvieron ambiciones personales desmedidas. Figuras como Pérdicas buscaron preservar la unidad del imperio. "Era uno de los generales más cercanos a Alejandro, el comandante de la caballería de élite y, en esencia, su segundo al mando", detalla Iborra. Pérdicas recibió el anillo de sello real y actuó como regente en nombre del hijo póstumo y el hermano con discapacidad mental de Alejandro. Su lealtad, sin embargo, le costó la vida, pues "murió asesinado por sus propios oficiales en una campaña militar en Egipto", sin conseguir su objetivo.

Otro general respetado fue Crátero, considerado por muchos como uno de los más fieles. Alejandro le había confiado la regencia de Macedonia, lo que sugiere una confianza total. Según una teoría mencionada por Iborra, las últimas palabras del emperador pudieron ser "que me suceda a Crátero", pero una mala traducción las convirtió en la famosa sentencia "que me suceda al más fuerte". Al morir Alejandro, Crátero se encontraba lejos de Babilonia y "murió rápidamente en una batalla contra Eumenes, otro de los aspirantes, sin haber reclamado nunca el trono", apunta el experto.

Que me suceda al más fuerte"

Representación de Alejandro Magno durante la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

EFE/Archivo

Representación de Alejandro Magno durante la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

La ambición por encima de todo

Frente a la lealtad de Pérdicas y Crátero, otros generales antepusieron sus propios intereses. Antípatro, conocido como el "viejo zorro de Macedonia", era el gobernador que se había quedado en casa. Según Iborra, era "un político más que un militar" con la difícil tarea de mantener pacificado el mundo griego. Aunque él no llegó a reinar, su poder e influencia permitieron que su hijo Casandro finalmente se hiciera con el dominio de Macedonia, "el premio más gordo".

También destaca Ptolomeo, amigo íntimo y biógrafo de Alejandro, quien protagonizó uno de los episodios más novelescos al robar el cuerpo embalsamado del conquistador para llevarlo a Egipto. Allí fundó la dinastía ptolemaica, que gobernaría durante tres siglos un territorio de inmenso valor económico y cultural. De su linaje, recuerda Iborra, descendería una de las figuras más famosas de la historia: Cleopatra.

Sin embargo, fue la ambición de Seleuco y Antígono el Tuerto la que dinamitó cualquier esperanza de unidad. Seleuco, comandante de la caballería, "se adueñó de Babilonia, fundó el imperio seléucida y quizás fue el que desató el caos", explica Iborra. Por su parte, Antígono, gobernador de Asia Menor, era un "bicho" que "se peleó con todos" en su intento de emular al propio Alejandro. Murió combatiendo en la batalla de Ipsos, una de las más grandes de la época.

Su sueño era ni más ni menos que ser un nuevo Alejandro Magno"

El caos inevitable

La causa de este desmembramiento, concluye Javier Iborra, fue la prematura muerte del conquistador. Alejandro falleció antes de que naciera su hijo, Alejandro IV, fruto de su unión con Roxana. "Al no saber si iba a tener un hijo o una hija, eso dejó todo tan abierto que se desató el caos, como no podía ser de otra manera con gente con esta belicosidad y ambición". Una sucesión natural con un heredero de más edad podría haber cambiado el curso de la historia, pero el vacío de poder hizo inevitable la guerra entre los diádocos.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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