Fallece el Mago de los fogones Tudelano, Ignacio Ramírez Gamen: "Del Pichorradicas al Mundo"
A los 89 años de edad y después de haber sido uno de los mejores embajadores culinarios de la ciudad

Ignacio Ramírez
Tudela - Publicado el
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El Mago de los Fogones
La primera imagen que vino a mi cabeza, en cuanto me enteré de tu muerte, fue la que conservaba de niño, el del Cocinero grande en esa escueta cocina, en el que cuál alquimista, conseguía sacar oro de nuestros espectaculares productos.
Recuerdo como mis padres a la hora de sentarnos a la mesa, me aconsejaban que no pidiera Patatas fritas que te enfadabas...
Y tú preguntabas:
- ¿Qué quiere el mocete?
- ¡y Yo contestaba.! ¡Un filete! ¡Y luego añadía... con patatas!!
- ¡Mecagüen el crío!, exclamabas, mientras volvías a tu cocina...
Ya de más mayor y con más dinero en el bolsillo y con los amigos, recuerdo abrir la puerta de tu restaurante con sigilo y preguntar ¿podemos cenar tres, Ignacio?
- Joderrrrrrr... cenar sí, pero después del futbol!
A mí me gustaba esa manera de ser tuya, y durante estos años que hemos coincidido en la compra hemos tenido tiempo de saludarnos, mientras esperabas con tu carro de la compra, y nunca te lo dije, pero te dejaba pasar para ver que comprabas y copiarte en todo.
Agradeceré siempre ese ternasco con sopas, tus alcachofas, tus pochas en fiestas y tantos momentos memorables que te sacabas de la manga cuál prestidigitador de la cocina.
Se puede contribuir a la felicidad de las personas de diferentes formas y tú lo hiciste con tu arte en la cocina...
Se puede ser el mejor embajador de una ciudad y tú lo hiciste con tu arte en la cocina...
Gracias por poner recuerdos tan bonitos en mi vida, que los seguiré paladeando mientras viva
Y te dejo, que seguro, que a estas horas ya tienes a la plana mayor del cielo sentada a tu mesa, y tú ya les habrás dicho:
"¡Tranquilos señores que tenemos toda la eternidad para comer!"
Descansa en Paz y llena el cielo de "Pichorradicas"de las tuyas
Un abrazo
PD: Se me olvidaba, también fuiste pionero en los juegos recreativos, con esa máquina del en la que tenías que bajar una peseta desde el principio al fin del laberinto (Nunca lo conseguí)