La industria de la avarca menorquina, en alerta ante la caída de ventas y la pérdida de empleos
La competencia desleal, la saturación del mercado y la falta de control sobre el uso del distintivo geográfico “Avarca de Menorca” amenazan la viabilidad de los fabricantes locales

Entrevista con Miquel Pascual, socio Abarcas MIBO
Menorca - Publicado el - Actualizado
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La industria tradicional del calzado menorquín atraviesa momentos de incertidumbre. Fabricantes como MIBO, con sede en Es Migjorn Gran, han visto caer sus ventas de forma preocupante en los últimos años, especialmente desde la pandemia. La situación ha obligado a reducir personal y adaptar estructuras para poder mantener la actividad.
En el caso concreto de MIBO, la plantilla ha pasado de unos 28 a alrededor de 20 trabajadores en el último año, lo que refleja el impacto directo de la bajada de la demanda. Este descenso está estrechamente ligado a la presión de un mercado globalizado, cada vez más saturado de imitaciones y productos de baja calidad que compiten en precio pero no en origen ni en elaboración.
La falta de control sobre el sello y la presión del mercado
Uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la industria local es la poca regulación efectiva del uso del distintivo "Avarca de Menorca", impulsado por el Consell Insular para proteger y diferenciar el producto autóctono. A pesar de existir un sello oficial que garantiza que el calzado ha sido producido en la isla siguiendo métodos tradicionales, en muchos puntos de venta se ofrecen productos identificados como menorquines sin cumplir estos requisitos, generando confusión entre los consumidores.
La guerra de precios acentúa aún más la crisis. En la Península, algunos fabricantes de Zaragoza ofrecen abarcas a unos 20 euros, pero sin los materiales de calidad que distinguen a las producidas en Menorca. A ello se suma que, según ha podido comprobar COPE Menorca, en tiendas online de origen chino se venden como “menorquinas” modelos que llegan a costar apenas 5 euros, una competencia imposible para los productores locales.
La venta en mercadillos añade otra dificultad para los fabricantes isleños. Mientras empresas como MIBO deben asumir los elevados costes de mantener una tienda en pleno centro de Maó, con un alquiler considerable y todos los gastos derivados, los puestos de venta ambulante funcionan con cargas económicas mucho menores. Esta desigualdad de condiciones se traduce en precios difícilmente comparables: unas auténticas abarcas de Menorca rondan actualmente los 60 euros, un importe ajustado al trabajo artesanal, la calidad de los materiales y las condiciones laborales que exige su fabricación.
A todo ello se suma la caída de la exportación, que hasta hace pocos años era uno de los motores de crecimiento del sector. La pérdida de cuota en los mercados internacionales limita las vías de salida para las avarcas menorquinas, que dependen cada vez más de un consumo local y turístico cada vez más presionado por la competencia desleal.
La consecuencia directa es una pérdida de competitividad para quienes elaboran las avarcas de forma artesanal, respetando los procesos que han dado fama al calzado menorquín. A medio plazo, esto afecta no solo al empleo directo en las fábricas, sino también a la percepción de calidad del producto por parte del visitante.
Una marca consolidada que ahora lucha por mantenerse
MIBO es una empresa fundada en 1998 por Miguel Pascual y Bosco Moll. Ha pasado de ser un taller local a convertirse en uno de los principales referentes del calzado tradicional de la isla. Con una producción que combina técnicas artesanales y tecnologías modernas, ha conseguido exportar el producto menorquín a mercados internacionales, diversificando su oferta con colecciones como Mibo Menorca y Mibo Vegan.
La empresa forma parte del grupo de fabricantes adheridos al sello oficial “Avarca de Menorca”, y ha centrado sus esfuerzos en garantizar la autenticidad y calidad de cada par de sandalias. A pesar de ello, la presión del mercado y la aparición constante de nuevos puntos de venta no regulados han cambiado las reglas del juego en los últimos años. La proliferación de puestos callejeros, en ocasiones con productos que no cumplen los estándares de calidad ni procedencia, complica aún más la situación para los fabricantes que sí lo hacen.
La diferencia de precios entre los productos oficiales y las imitaciones genera una competencia desigual. Esto puede desincentivar la compra del producto genuino y, a largo plazo, poner en riesgo la continuidad de muchas de estas pequeñas fábricas, que representan no solo empleo directo sino también un patrimonio cultural y económico de la isla.
El papel del consumidor y los retos del futuro
Desde el sector se insiste en la importancia de informar al consumidor sobre cómo identificar una avarca auténtica. Las auténticas avarcas de Menorca deben contar con la etiqueta oficial del Consell Insular, y suelen tener un precio acorde al proceso artesanal que conlleva su elaboración. Además, su acabado y calidad son fácilmente reconocibles en comparación con imitaciones baratas.
La situación actual evidencia la necesidad de reforzar los mecanismos de control y protección del producto local. Al mismo tiempo, se debe fomentar la concienciación entre turistas y visitantes. El futuro de la avarca menorquina depende, en buena parte, de que se garantice un mercado justo, donde todos los actores compitan bajo las mismas reglas.
A pesar del contexto difícil, empresas como MIBO continúan trabajando con esfuerzo para mantener viva una tradición centenaria, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder de vista sus raíces. Sin embargo, si no se revierte la tendencia, el riesgo de que esta industria se vea gravemente afectada en los próximos años es una preocupación real dentro del sector.