La casa de menores tutelados de Ses Vinyes (Maó) que se ha convertido en un infierno para sus vecinos
Los residentes de un bloque de pisos de la calle Sant Esteve, aseguran que llevan más de un año soportando gritos, ruidos y conflictos continuos procedentes de un piso gestionado por el Consell Insular de Menorca

Entrevista a María Ángeles Pons, vecina afectada
Menorca - Publicado el - Actualizado
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La convivencia en el barrio de Ses Vinyes, en Maó, se ha vuelto insostenible para buena parte de sus vecinos. Los residentes de un bloque de pisos de la calle Sant Esteve, denuncian que desde hace más de un año viven en un entorno marcado por los ruidos, los gritos y los altercados que proceden de un piso ocupado por menores tutelados bajo la tutela del Consell Insular de Menorca.
El inmueble, que fue habilitado de manera provisional como recurso de acogida, se ha convertido —según los vecinos— en una fuente constante de conflictos y malestar. Aseguran que no fueron informados de su puesta en marcha y que, desde la llegada de los jóvenes, la tranquilidad del edificio desapareció.
“El Consell nos explicó que era una solución temporal y que el traslado a la nueva Casa de la Infància se haría el verano pasado, pero seguimos igual”, lamentan los afectados, que denuncian falta de comunicación y de sensibilidad institucional.
A lo largo de este tiempo, los residentes aseguran haber presentado numerosas quejas ante el Ayuntamiento de Maó, la Policía Local, el Govern balear y la Sindicatura de Greuges, además de escritos dirigidos al propio Consell. Sin embargo, denuncian que ninguna de estas gestiones ha dado fruto ni ha logrado reducir las molestias.
“Nos sentimos completamente desamparados. Hemos agotado todas las vías y la situación no solo no mejora, sino que empeora”, expresan los vecinos, que describen un ambiente de nervios, cansancio y ansiedad por la falta de descanso y la continua tensión en la comunidad.
Quejas, nervios y una espera interminable
Los testimonios recogidos por los vecinos reflejan un escenario de ruido constante, carreras por la escalera,portazos y gritos a lo largo de todo el día. Algunos residentes explican que las molestias comienzan temprano, antes de que los menores salgan al colegio, y se reanudan por la tarde, cuando regresan a casa.
El edificio, habitado principalmente por personas mayores y familias con niños pequeños, ha sufrido también deterioros en las zonas comunes y desperfectos en la puerta principal, además de la necesidad de limpiezas extraordinarias por el uso intensivo de las áreas compartidas.
Los vecinos aseguran que el personal educativo que atiende a los menores —que trabaja por turnos— no muestra empatía con la comunidad. “Actúan como si el bloque fuera una institución y no una comunidad de vecinos. Entran y salen constantemente, sin tener en cuenta que compartimos el mismo espacio”, señalan.
El malestar acumulado ha derivado en episodios de estrés y ansiedad, especialmente entre los vecinos de más edad, que aseguran vivir con miedo a que el conflicto se prolongue indefinidamente. “Vivimos con nervios todos los días. Hemos perdido la tranquilidad en nuestra propia casa”, expresan.
El Consell admite el retraso y mantiene su compromiso
El Consell Insular de Menorca reconoce que la vivienda de Ses Vinyes funciona como un recurso temporal mientras se finalizan las obras y los trámites de la nueva Casa de la Infància, destinada a acoger a menores tutelados en mejores condiciones.
Desde la institución insular admiten que los plazos iniciales se han retrasado más de lo previsto por motivos logísticos y administrativos, aunque insisten en que el traslado de los jóvenes se mantiene como prioridad. “El objetivo es garantizar tanto el bienestar de los menores como la convivencia con su entorno”, recuerdan desde el área de Servicios Sociales.
El Consell asegura que trabaja para reducir las molestias vecinales y mejorar la coordinación con la comunidad mientras se concreta el cambio de ubicación, aunque de momento no existe una fecha definitiva para el traslado.
Mientras tanto, los vecinos de Ses Vinyes siguen esperando una solución que les devuelva la calma y la normalidad. “No pedimos nada extraordinario —afirman—, solo poder descansar y vivir en paz”.