Pablo Ferreiro, refuerzo de Oro para el Sant Antoni

La mejor noticia en el baloncesto balear esta temporada se llama Class Sant Antoni. El equipo de la bahía de Portmany en Ibiza ha confirmado las altas expectativas que había en el equipo de nuevo esta temporada. Es segundo sólo por detrás de un hasta ahora intratable Cartagena (el líder lleva una sola derrota, a dos victorias están los ibicencos).

Un equipo potente en el juego exterior con auténticos especialistas y también fuerte en la pintura con jugadores físicos. Ahora, el Sant Antoni acaba de reforzar aún más el perímetro con un refuerzo de Oro, y es que Pablo Ferreiro es un escolta con amplia experiencia en la LEB Oro, la categoría a la que quiere acceder el cuadro ibicenco, con un centenar de partidos. El escolta de 25 años y 1'93m, jugó en Oviedo, La Coruña y Huesca, tres plazas de LEB Oro, aunque ahora Huesca esté en Plata.

Un equipo bien estructurado.-

El equipo dirigido por David Barrio y construido por Jordi Grimau desde fuera y también desde dentro, puesto que es director deportivo y jugador, arrolló al Palmer el pasado domingo en el duelo balear en Son Moix y demostró por qué es el mejor balear de la categoría. El Palmer hizo esfuerzos ímprobos por mantener el ritmo del Sant Antoni, pero cada vez que se acercaba el Palmer, aparecían los anotadores del cuadro ibicenco para poner las cosas en su sitio.

Y es que De la Rúa, uno de los mejores bases de la competición, además de anotador, Llorca y Grimau, dos de los mejores anotadores de la competición, o el poderío bajo el tablero de Da Silva y Tomaic y un 4 que puede jugar abierto como Fede Uclés, con buen tiro, forma un equipo competitivo en ataque, además de tener una gran disciplina defensiva.

Desde la defensa el Sant Antoni empezó a desarbolar al Palmer a pesar de los esfuerzos y arranques de talento individual de Miki Servera, que hizo uno de sus mejores partidos en el Palmer Mallorca.

El Sant Antoni pisa fuerte y justo en estos días en los que su municipio celebra la festividad de su santo, tiene motivos para seguir ilusionando a una hinchada que hace sonar sus "castanyoles" payesas en cada partido, y es que el equipo ibicenco está como unas castañuelas de felicidad.