Perros guía: autonomía sobre cuatro patas para personas ciegas
Conocemos la historia de Corina, una mujer invidente que nos relata cómo es su día a día con su perra guía

Corina, usuaria de perra guía
Pontevedra - Publicado el
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Para una persona con discapacidad visual grave o ceguera total, un perro guía no es solo una mascota; es una herramienta fundamental que aporta autonomía y seguridad en sus desplazamientos, actuando como sus ojos. Detrás de esta invaluable ayuda hay un riguroso proceso de selección y adiestramiento, así como requisitos específicos para las personas que desean contar con uno. La Fundación ONCE del Perro Guía (FOPG), que ha facilitado más de 3.700 perros en 35 años, se encarga de todo el proceso, desde la cría hasta el soporte continuo al usuario.
Requisitos y formación: un camino hacia la autonomía
Acceder al servicio de perro guía, que la ONCE ofrece de forma gratuita a sus afiliados con discapacidad visual, es un proceso evaluado por profesionales. No basta con ser afiliado; es crucial demostrar que se necesita el perro como auxiliar de movilidad, y no meramente como mascota o terapia. Es imprescindible que la persona sepa desplazarse y orientarse de forma autónoma con bastón, ya que el perro evita obstáculos, pero no elige la ruta a seguir; es el usuario quien debe conocer el camino y marcarlo. Además, se evalúa la capacidad del solicitante para asumir el cuidado del animal.
Las razas más comunes para este fin son labradores, golden retrievers y pastores alemanes, aunque también se trabaja con caniches gigantes e incluso se han probado cans de palleiro gallegos. Los labradores, de todas formas, son los más habituales.
La formación comienza pocas semanas después de nacer, pasando aproximadamente un año con una familia educadora. Esta familia socializa al futuro perro guía, exponiéndolo a diversos entornos como coches, trenes, cafeterías o universidades, simulando la vida normal que tendrá. Después, el perro pasa varios meses en una escuela de instrucción, donde instructores especializados le enseñan habilidades clave como sortear escaleras, cruzar calles o encontrar puertas, preparándolos para la guía propiamente dicha.
Alrededor del año y medio de edad, el perro, ya preparado, es asignado a una persona afiliada, buscando una vinculación equilibrada; un perro tranquilo para una persona tranquila, o un perro acorde al ritmo de vida de alguien muy activo.
El día a día con un perro guía: trabajo y descanso esencial
Corina, usuaria de perro guía, comparte su experiencia diaria con Penny. Su rutina implica horarios fijos de comida para Penny, generalmente por la mañana antes de salir y por la noche al llegar a casa. Esto asegura que coman alimentos seguros y en momentos controlados. El día comienza con Penny guiando a Corina por la calle hasta el transporte necesario, ya sea tren, autobús, taxi, avión o barco. Los perros guía, por cierto, tienen acceso legal a todos los transportes públicos y privados.
Al llegar al trabajo o destino, Penny guía hasta el lugar y luego descansa tranquilamente mientras Corina trabaja. Corina enfatiza que, aunque el perro guía está siempre alerta a las necesidades de su usuario, es crucial que tengan tiempo de descanso. En casa, la dinámica cambia radicalmente. "En casa el perro guía no guía", afirma Corina. Se le quita el arnés y se convierte en una mascota, descansando o jugando. Conoce plenamente su espacio para comer y dormir.
Guía en la calle o lugares desconocidos, pero no en el hogar o en el trabajo si el usuario conoce bien el entorno, salvo que haya mucha gente y necesiten abrir paso. Corina también procura que Penny tenga días libres para jugar con otros perros y liberarse del estrés.
Derecho de acceso y desafíos
A pesar de la normativa legal que reconoce el derecho de las personas usuarias de perro guía a acceder a lugares públicos y de uso público como transportes, hospitales, centros de enseñanza, restaurantes o supermercados, a veces surgen problemas por desconocimiento de la ley.
Corina compara negar la entrada a un perro guía con negarla a alguien que usa bastón blanco o gafas. Si bien la mayoría de los lugares no ponen problemas, pueden ocurrir situaciones puntuales en comercios como cafeterías o panaderías. En casos de negativa, especialmente en el transporte, se puede acudir a la policía para que explique la normativa vigente.
Es un derecho de acceso que, además, no debe implicar gastos adicionales ni estar limitado por la presencia de otras mascotas. Las únicas restricciones de acceso se aplican a zonas de manipulación de alimentos, quirófanos o salas de curas, ciertas atracciones de feria y el agua de piscinas no destinadas a perros.
La FOPG y la ONCE continúan trabajando en la difusión de este derecho, como demuestra la campaña "Perros guía, sí", que ilustrará cinco millones de cupones para concienciar a la sociedad sobre la importancia de permitir el acceso a estos animales que son esenciales para la autonomía de las personas ciegas.

Cupón Diario con motivo del día del perro guía