El pueblo en el que se proclamó la independencia en Galicia porque el tren de Madrid no llegaba: duró cinco días
El gobierno de la II República Española decidió suspender las obras del ferrocarril y esto acabó con un levantamiento popular que estableció el Estado Gallego

Iglesia de Veracruz de Carballino, Ourense
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En la historia contemporánea de España, pocas insurrecciones populares han tenido un impacto tan fugaz y simbólico como la proclamación de la I República Gallega en 1931. Todo ocurrió porque el gobierno de la II República Española decidió suspender las obras del ferrocarril a Galicia, una obra clave para conectar esta región con Madrid y el resto del país, lo que generó un levantamiento popular que, durante cinco días, estableció un estado independiente en pleno corazón de Galicia. Este episodio, aunque poco conocido, refleja la profunda desatención y aislamiento que Galicia sufrió durante décadas.
La suspensión del ferrocarril
Desde el siglo XIX, Galicia ha sufrido históricamente la marginación económica y política por parte del Estado central. A pesar de su riqueza natural y humana, la región estuvo aislada por la falta de infraestructuras, algo que obligó a cientos de miles de gallegos a emigrar para buscar mejores oportunidades. La construcción de un ferrocarril que uniera Madrid con Galicia parecía la solución para acabar con ese aislamiento. Sin embargo, la complejidad técnica y el coste elevado del trazado en Galicia hicieron que las obras se retrasaran continuamente.
Fue en 1926, durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, cuando se retomó el proyecto con el Plan Guadalhorce, que prometía terminar la línea en cinco años para reactivar la economía y generar empleo. Pero esta promesa quedó en el olvido. Apenas seis años después, el 23 de junio de 1931, el Ministerio de Fomento suspendió la obra por recortes presupuestarios ordenados desde Hacienda, con Indalecio Prieto al mando, quien consideró que la inversión no era prioritaria. La paralización del tren condenaba a Galicia a seguir aislada y dejaba sin trabajo a miles de obreros.

El gobierno de España antes de la Guerra Civil de 1936 (de izquierda a derecha): Franchy Roca, Marcelino Domingo, Largo Caballero, Lluis Companys, Barnes, Vinuales, Azaña, De los Rios, Alvaro de Albornoz, Casares Quiroga e Indalecio Prieto
Este acto fue la gota que colmó el vaso y desató una ola de protestas en toda Galicia, especialmente en la comarca de Ourense, donde el movimiento obrero y sectores nacionales y republicanos se unieron para exigir la reanudación inmediata de las obras. La situación alcanzó un punto crítico cuando el 23 de junio en O Carballiño la junta de gobierno dimitió en bloque y los vecinos tomaron el ayuntamiento proclamando el Estado Gallego.
Cinco días de independencia
El levantamiento se extendió rápidamente. El 25 de junio, en la ciudad de Ourense, miles de manifestantes ocuparon el ayuntamiento, izaron la bandera gallega y proclamaron la independencia, creando la I República Gallega. Durante esos días, se redactaron exigencias radicales que incluían la dimisión de todos los cargos públicos leales al Estado español y la suspensión de tributos a Madrid. El suceso causó revuelo internacional, con menciones en medios extranjeros como el Chicago Tribune, que destacaban la aparición de esta nueva nación en el noroeste ibérico.
Al día siguiente, en Santiago de Compostela, tuvo lugar una huelga general revolucionaria y un multitudinario mitin donde Alonso Ríos, líder del movimiento y presidente de la Asamblea Republicana de A Coruña, arengó a la multitud a “hacer la revolución proclamando nuestra independencia”. La bandera gallega ondeó en el Pazo de Raxoi, símbolo del poder local, mientras la República Gallega se hacía realidad, aunque por poco tiempo.

Santiago de Compostela: Fachada del Palacio de Raxoi. Plaza del Obradoiro
Sin embargo, la presión popular y la gravedad del momento convencieron al gobierno central a reanudar las obras del ferrocarril el 28 de junio, lo que llevó a la suspensión de las movilizaciones y al final de la efímera república. En apenas cinco días, el sueño independentista se desvaneció, pero la conciencia de Galicia como un territorio diferenciado y marginado quedó firmemente arraigada en la memoria colectiva.
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Este acontecimiento, conocido como la I República Gallega, ha sido relegado al olvido pese a su importancia histórica. Años más tarde, no fue hasta 1957 que el régimen franquista inauguró finalmente el tramo ferroviario hasta Ourense, después de décadas de sufrimiento, emigración y luchas populares.
Este episodio es un claro reflejo del abandono estructural que ha sufrido Galicia y un recordatorio de cómo las infraestructuras y las decisiones políticas pueden influir profundamente en el destino de un pueblo. La proclamación de la independencia gallega en 1931 fue un grito de auxilio y un acto de dignidad que, aunque breve, sigue resonando en la historia de España.