El viento del Nordés ya condicionaba, veinte siglos atrás, el urbanismo de los castros de la costa gallega: "Más abigarrado"

El viento que te hiela hasta el alma pegaba fuerte en la aldea altomedieval de San Tirso de Portocelo, un castro costero ubicado en un pueblecito de Lugo

Excavación en San Tirso de Portocelo
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Entrevista con el arqueólogo, David Fernández Abella

Juana Carrera

Ribadeo - Publicado el

3 min lectura

El Nordés ya pegaba fuerte en La Mariña de Lugo entre los siglos I y V después de Cristo. Esto se percibe bien en el municipio de Xove, donde un grupo de investigadores realiza una excavación en el Castro Costero de San Tirso de Portocelo.   

Rebuscan entre los restos de un antiguo poblado altomedieval y, entre los muchos descubrimientos que han hecho en esta y en excavaciones precedentes, se han percatado de que las construcciones de las casas y el urbanismo del pueblo estaban preparados para aguantar las batidas del viento. Era un urbanismo "abigarrado, cerrado en sí mismo para protegerse de las inclemencias del tiempo y poder vivir con la mayor comodidad posible", como explica David Fernández Abella, director de la investigación.

Excavación en San Tirso de Portocelo (Xove)

Cedida

Excavación en San Tirso de Portocelo (Xove)

poblado castrexo en muy buen estado

Los arqueólogos trabajan estos días en un tramo de 32 metros, en medio de una superficie de 2.000 metros cuadrados. De hecho en ese espacio han localizado en anteriores excavaciones cinco tumbas altomedievales, dos viviendas en buen estado, un molino de mano y muchos restos de cerámica. 

Empezaron a tener información en las prospecciones que realizaron en el año 2020 y esos hallazgos daban a entender que en la zona hubo una ocupación larga, entre los siglos  I y V después de Cristo, y luego da la impresión de que se abandona. Pero lo dicen con toda cautela, porque son conclusiones que les parecen bastante coherentes en función de los vestigios que han localizado. 

El objetivo de la intervención de este año es descubrir de dónde salieron las dos habitaciones que encontraron entonces. La idea ahora es destapar una completamente y la otra parcialmente y "ver si hay más urbanización, más estructuras, más casitas".  Y seguir indagando en la búsqueda de restos que aporten información sobre las formas de vida de ese asentamiento humano. Finalmente  pretenden musealizar la zona para que pueda ser visitada por todos los interesados

integrados en el imperio romano 

Según explica Abella, "data de la época plenamente galaicoromana" y aunque vivían en un castro y nosotros lo conocemos como cultura castrexa, "era una aldea plenamente integrada en el circuito comercial y social del Imperio Romano". Parece que en el siglo V se abandonó, según los datos que manejan. 

Los restos que van encontrando en estos últimos años de excavaciones dan pistas de cómo vivía esa comunidad. Por ejemplo, eran "agricultores, trabajaban la tierra, también eran ganaderos, y los que, como en este caso, viven al lado del mar, normalmente solemos encontrar concheros que son la evidencia de marisqueo y pesca".

 Los investigadores han podido descubrir también que las comunidades eran autosuficientes, tenían comercio -de media y larga distancia-, recibían materiales y productos de importación, de lugares tan alejados como Italia o norte de África. Hacían  sus propios productos como tejidos -porque han aparecido piezas de telares (fusaiolas)- y trabajaban el mineral, probablemente de hierro, porque se ha localizado algún horno.

grandes expectativas

Afirma David Fernández Abella que "no es sorpresa lo que han encontrando pero sería interesante ver cómo una aldea media tenía redes de aprovisionamiento, cómo funcionaba y cómo vivía" en esa zona, que presenta un urbanismo completamente adaptado a la punta marina en que estaba asentada: "Abigarrado para protegerse del Nordés y el Oeste que pegaban fuerte".  

Todavía "están quitando las capas superficiales de tierra", así que queda mucho trabajo por delante pero esperan tener "buenas noticias y nuevos descubrimientos".  La investigación se extenderá hasta finales de octubre y está organizada en dos fases. 

La primera puramente arqueológica, es decir de excavación, hasta mediados de octubre. Luego llegará otro equipo encargado de conservación de los restos para poder cerrar el área y prepararla para las visitas. Es la parte de musealización. Las expectativas quedan abiertas porque, tal como confirma el arqueólogo, siempre aparecen cosas novedosas y "seguramente que tengamos novedades que aportar a la investigación".

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