"Vente tú a Lugo": cuando el compositor de Gladiator II cogió la mochila para ver a Abraham Cupeiro
El músico lucense ya dijo en nuestra emisora que a Los Ángeles no iba ni con billete en preferente, "que el que quiera gaitas que venga", y así fue: Harry Gregson-Williams acabó recalando en Lugo para trabajar con el maestro de los instrumentos ancestrales

Abraham Cupeiro el músico al que no se perdía nada en Los Ángeles
Lugo - Publicado el - Actualizado
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Un "non" como una catedral: Abraham Cupeiro, sarriano de pro, músico de los que no caben en una biografía sin márgenes y más liado que la corbata de un político en campaña, ya había soltado en COPE Lugo aquel 28 de noviembre una frase digna de camiseta: "Non se me perdía nada en Los Ángeles". La Revuelta de Broncano le dio más bombo (y platillo) hace unos días a esta manera de declinar ofertas que te saquen de tu tierra porque sí.
Y lo decía refiriéndose nada menos que a una invitación de Harry Gregson-Williams, compositor de bandas sonoras épicas como Gladiator II, que lo quería fichar para meterle sonidos primitivos y gloriosos a su nueva obra de romanos cabreados.
Pero Cupeiro, entre un concierto en Portugal y una grabación en Cuenca, dijo que no, con ese arte gallego de rechazar sin ofender, como quien dice: "Oye, no es por ti, es por mi agenda".
El hombre más ocupado de Lugo (y de Roma)
Abraham Cupeiro no va por ahí mendigando colaboraciones. Entre que da más de 120 conciertos al año, graba discos y revive instrumentos que ni Wikipedia recuerda, no le queda ni hueco para mirar series.
"Aínda que estas colaboracións me gustan, non teño moito tempo para estas cousas", dijo en la radio.
Porque a ver, no todo el mundo puede decir que le ofrecieron colaborar en Gladiator II y que lo rechazó porque tenía que afinar un cornamuso en Allariz.
Y así, entre gaitas sumerias y zanfonas de la Edad del Bronce, Cupeiro se enteró de que su nombre iba a sonar en Hollywood… mientras desayunaba en Canadá.
"Eu, a verdade, é que estou tan metido na música que son un perfecto desastre", soltó como quien se da cuenta de que dejó el gas abierto. Pero ojo, un desastre organizado, musical y con acento lucense.
Y al final… ¡el de Gladiator se vino a Lugo!
Finalmente, en un giro de guión digno de Juego de Tronos, el mismísimo Harry Gregson-Williams acabó viniendo a Lugo, mochila al hombro, para trabajar con Cupeiro.
Porque si el profeta no va a la montaña, la montaña se va a Sarria o a Lugo. Dicen las malas lenguas (y las buenas también) que Gregson-Williams flipó con el taller de instrumentos imposibles de Cupeiro, y que hasta se llevó una corna de cabra medieval para su salón de Los Ángeles.
Así que ya lo sabéis: si os llaman de Hollywood, responded con un "Vente tú a Lugo" bien gallego. Que aquí, además de gaitas, hay caldo, pulpo y músicos que hacen sonar el pasado como si fuera el futuro.