El Camino Primitivo -que enlaza Oviedo con Compostela-, cuyo trazado coincide en buena parte con el recorrido de las antiguas calzadas romanas, es la primera ruta de peregrinación. El primer rey peregrino fue precisamente el monarca astur-galaico Alfonso II ‘El Casto’, quien en el primer tercio del siglo IX quiso viajar a Santiago para confirmar que los restos que fueron hallados en Compostela eran realmente los del apóstol.

De hecho, la devoción por la causa jacobea del monarca, que se había criado en el monasterio lucense de Samos y era seguidor del Beato de Liébana, fue realmente decisiva para cimentar el nuevo culto.

El historiador y estudioso del Camino de Santiago Ricardo Polín recuerda que el “primer tercio del siglo IX” es un “momento clave” de la historia. “Estamos en el comienzo de la reconquista, cuando el pequeño reino cristiano que se va formando en el norte de la península, liderado por Alfonso II ‘El Casto’, ve a Lugo con una ansia lógica expansionista”, en un momento “en el que” también hay que “reforzar la fe cristiana en el norte de la península”.

De hecho, este historiador sostiene que el propio rey Alfonso II “homenajeó a la basílica destruida por los musulmanes en Lugo” con la construcción “a su imagen y semejanza” de la “propia catedral de Oviedo”, levantada con características similares a “la primera edificación” lucense, la llamada “catedral Odoariana, que precedió a la construcción románica y que tenía doce altares en los muros laterales”.

Además, precisa que “fue el propio rey Alfonso el que le otorgó el estatuto de capitalidad” a la ciudad. “Estamos hablando de una situación geográfica y geoestratégica en el extremo de Europa que sitúa a Lugo como punto de referencia, como encrucijada de caminos de largo recorrido. Tenemos que pensar que, en el fondo, el Camino de Santiago recoge una cultura acumulada en los caminos”, añade Polín, “que tiene un sentido muy especial, porque supone la comunicación para culturas muy diversas y se asienta sobre calzadas romanas y corredores castreños”.

“Siempre hubo una tradición oral e incluso escrita relativa a la presencia de Santiago en Lugo. Y estas cuestiones no son menores. Si hablamos de un Camino donde la simbología es fundamental, donde el encuentro con uno mismo y con su propia historia es clave, el hecho de que existiese una creencia de que, desde antiguo, Lugo fuese pionera en el conocimiento de la fe cristiana, fue absolutamente decisivo”, añade.

“Cuando se desarrolló el famoso litigio en el siglo XVII en relación con el Patronato de Santiago, la Iglesia de Lugo esgrimió justamente ese argumento, que su iglesia era un templo primigenio, a la altura de Tui y de Santiago de Compostela, y que había sido fundado, según la tradición, por el propio Apóstol”, precisa.

De hecho, Polín cita “a Víctor Vázquez Portomeñe, una de las personas que puso en marcha la resurrección del fenómeno” jacobeo en “los años 90”, para recordar que “después de Santiago de Compostela, nadie tenía mayor protagonismo que Lugo en lo que significa el Camino”.

Un itinerario muy frecuentado en el siglo IX

El Camino Primitivo fue un itinerario muy frecuentado por el pueblo astur-galaico durante el siglo IX y buena parte del X, además de atraer a peregrinos procedentes de otras partes del norte de España y de Europa.

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Cuando León pasó a convertirse en la nueva capital del reino, los monarcas potenciaron (siglos XI-XII) el Camino Francés como ruta principal. Aún así, el trazado primitivo siguió siendo una alternativa para los peregrinos devotos de la gran colección de reliquias de la catedral de San Salvador de Oviedo y de la Lugo, que gozaba del privilegio papal de exponer día y noche el Santísimo Sacramento en el altar mayor.

De la importancia de esa ruta, que fue reconocida en 2015 por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, siguen dando hoy fe los vestigios de muchos hospitales de atención al peregrino, algunos en altas zonas de montaña y otros en la propia ciudad de Lugo.

La importancia de Lugo en el Camino

El presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago en la provincia de Lugo, Ángel Trabada, reconoce este colectivo está intentando “promocionar el Camino Primitivo” y a la propia capital lucense dentro de las rutas jacobeas, porque “está un poco estancado”, al “margen”, y “llegan peregrinos porque tienen que pasar por Lugo”.

Desde su punto de vista, falta “iniciativa” y “promoción”, ideas “para situar a Lugo en el punto en el que tendría que estar dentro del Camino Primitivo”, porque en este momento, “la ciudad no” aprovecha su potencial y el “reclamo” que deberían suponer la “exposición permanente del Santísimo o la Indulgencia Plenaria Cotidiana y Perpetua”.

Opina que “no se reclama la importancia que Lugo debería tener en los caminos de Santiago y, en concreto”, su relevancia “en el Camino Primitivo”.

Por ello, se trabaja en diversas “propuestas” que incentiven la llegada de peregrinos y que recuerden la importancia de esta ruta dentro del conjunto de los caminos a Santiago de Compostela. Entre otras ideas, la asociación ha planteado la posibilidad de que se le haga entrega a los caminantes que “vengan de Oviedo o que hallan salido desde A Fonsagrada” de un “diploma, a modo de compostela”.

“Creo que eso haría que el Camino Primitivo tuviese más auge y que viniese más gente. Una credencial propia que uniese las catedrales de Oviedo, Lugo y Santiago de Compostela sería otro reclamo”, añade, así como “adecentar diversos tramos” de la ruta primigenia y cuidar, por ejemplo, su entrada en la capital lucense y su salida de la ciudad, por “el barrio de Carmen”, que está en una situación realmente mejorable.

“Nos tenemos que involucrar. El Camino de Santiago es una gran fuente de riqueza”, dijo Trabada, que hay que aprovechar tanto desde el punto de vista económico como cultural.