Alfonso Morcillo, el sargento extremeño al que mató ETA y que será homenajeado en su tierra

Era una mañana fría del mes de diciembre. Corría el año 1994. San Sebastián. Alfonso, pacense de cuna pero afincado en el País Vasco, se dirige a trabajar. Es sargento de la Guardia Municipal y jefe de una investigación con la que se pretendía dar con los topos que ETA tenía dentro de las autoridades vascas. A escasos metros de su casa, sin previo aviso y por la espalda, recibe varios disparos que le hacen morir en el acto.

La banda terrorista le tenía en el radar y aquella mañana pusieron fin a su vida. Lo hizo el llamado Comando Donosti, donde estaba el conocido Txapote y que fue, a la postre, condenado por la muerte de Morcillo.

El asesinato de Morcillo cambia la vida de su mujer, de Cati, que hoy, treinta años después, ha hablado en Herrera en COPE Extremadura. Todo, horas antes de que Medellín, donde descansan los restos de su marido, le rinda homenaje con una calle y un monolito. En su honor y en el del resto de las víctimas del terrorismo.

Cati ha sido, durante décadas, una de las voces más reconocidas en la lucha de las víctimas del terrorismo por hacer justicia. Pudo volver a Extremadura, a su tierra, pero decidió quedarse en el País Vasco para "hablar por su marido": "Sabía que lo iban a difamar después de matarlo", dice.

El testimonio de Cati, aunque quiere alejarse de una vida llena de "rencor", es muy duro. Considera que los asesinos, en muchos casos, han tenido "más privilegios" que las propias víctimas: "De hecho, están en las instituciones...".

Este viernes, a partir de las 12.00h, Medellín homenajea a Alfonso Morcillo, el sargento extremeño, de Badajoz, que se cruzó con la crueldad de la banda terrorista.