San Pedro de Alcántara, fue un fraile franciscano cuyo nombre real era Juan de Garavito y Vilela de Sanabria. El cacereño fundó el convento más pequeño del mundo, "El Palancar". Será por eso que en su calle en Badajoz se ha formado el salón de conciertos más pequeño. Todos los días se escuchan desde sus balcones, puertas y ventanas melodías interpretadas por una improvisada orquesta sinfónica que suena espectácularmente aun sin director.

Desde hace unos años, con la recuperación del Barrio Histórico de la ciudad, sus vías se han llenado de todo tipo de gentes: profesionales jóvenes a los que atraían los accesibles precios, matrimonios mayores que querían volver al marco de sus infancias, empresarios que buscaban una oportunidad en la hostelería... y, por supuesto, los artistas.

De todas las calles del Casco Antiguo destaca San Pedro de Alcántara, la empinada vía que, desde la Plaza de San José desemboca en la de la Patrona de la ciudad. Al final de esa bajada se puede ver una de las postales más conocidas de la ciudad que se abre como una flor secreta al visitante: los picos de la Giralda (antiguos grandes almacenes que luce una replica del conocido edificio sevillano) haciendo esquina con la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad.

En una de las esquinas de la irregular plaza se encuestra el Conservtorio Superior de Música "Juan Vázquez". Es en ese punto donde desemboca esta calle dedicada al Santo cacereño.

Y es esa cercanía, ese tipismo, esa tranquilidad la que convierte San Pedro de Alcántara en este paraninfo improvisado que, al paso de los militares de la Brigada Mecanizada Extremadura XI interpretan "La Vida es Bella", como acción de gracias y apoyo, pero también como grito ansioso de lo que queremos recuperar más pronto que tarde.

Hay otras muchas calles, pero hoy nos quedamos en San Pedro de Alcántara.