"El problema no está en el agua en sí, sino en que algunos turistas creen que han venido al Caribe”
La polémica sobre la apertura para el desagüe de la Albufera sigue abierta

Aguas verdosas en la playa de El Saler
Valencia - Publicado el
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Cada verano se repite la misma imagen: las playas de El Saler, el Perelló y el Perellonet se tiñen de verde. El agua pierde su color azul habitual y muestra tonalidades verdosas que muchos bañistas consideran desagradables. Para algunos, se trata incluso de contaminación. Pero lo cierto es que no es más que el resultado del tradicional desagüe de la Albufera, una práctica ligada al mantenimiento de los arrozales y a la gestión natural del parque.
“El agua de la Albufera no es mala. No es contaminante. Solo está caliente y por eso coge ese color verdoso”, explica con firmeza José Fortea, responsable de la Junta de Desagüe. Según este veterano gestor del parque natural, el problema no está en el agua en sí, sino en que algunos turistas “creen que han venido al Caribe” y no aceptan que la laguna tenga vida propia. “Esto no es un grifo que abres y cierras cuando quieres. Si no se evacúa, el arroz se muere”, insiste.
Fortea se muestra tajante ante las críticas que cada año recibe: “Aquí hay que herir a todos, no matar a nadie. El agua tiene que salir. Y no entiende de fiestas ni de horarios”. Recuerda que muchos de los que protestan no conocen la realidad del entorno: “Los que vivimos aquí, los oriundos, nunca hemos tenido problema con el agua”.
En el otro extremo del debate está el Ayuntamiento de Valencia, que, aunque reconoce la importancia del desagüe, pide que se respeten los horarios establecidos por la orden autonómica de 2018. “La norma dice que se debe desaguar preferentemente entre las 7 de la tarde y las 6 de la mañana, y mejor a partir de medianoche”, explica José Gosálbez, concejal de Playas y de la Devesa-Albufera.
Desde su punto de vista, “se trata de compatibilizar el uso agrícola y medioambiental con el derecho de los bañistas a disfrutar de un mar en condiciones”. Gosálbez asegura que el verano pasado se respetaron los horarios y “todo fue mejor para todos”. Por ello, reclama que la Junta de Desagüe vuelva a cumplir estrictamente con lo establecido. “No es algo que digamos nosotros, lo dice una norma y es de obligado cumplimiento”.
Incluso se han planteado otras soluciones, como desaguar de forma continua y no de golpe, para que el agua se mezcle mejor con el mar y no provoque ese contraste visual. “Es una opción que se ha estudiado, pero hay que valorar su viabilidad en términos agrícolas y ecológicos”, apunta el edil.
Lo que sí coinciden ambos interlocutores es en que el agua de la Albufera no supone un riesgo para la salud. “Los análisis son constantes y los parámetros son los mismos que hace un año. No hay peligro al bañarse”, asegura Gosálbez . Fortea, por su parte, insiste en que “lo que pica es la sal del mar, no el agua de la laguna”.
Así pues, la polémica sigue abierta. Entre quienes defienden las tradiciones agrícolas que han modelado este paisaje único y quienes exigen una experiencia playera sin sorpresas, la clave parece estar en el equilibrio y en el respeto mutuo. Como dice Fortea: “Tenemos que vivir todos. Y no hacer política con el agua”.