Llega Alice: porque tu cerebro reacciona distinto cuando una Dana tiene nombre
Nacho Coller, psicólogo, explica en COPE Valencia cómo reacciona nuestro cerebro a nombres propios como Alice

Imagen de coches en la DANA.
Valencia - Publicado el
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El nueve de octubre de este año puede quedar marcado en la memoria de los valencianos por la llegada de Alice, la primera Dana que lleva nombre propio en España. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha activado alerta amarilla desde esta tarde y alerta naranja a partir de mañana debido a la previsión de lluvias intensas, tormentas y chubascos que afectarán especialmente al litoral sur de Valencia y al norte de Alicante.
Según explicó José Ángel Núñez, jefe de climatología de AEMET en la Comunidad Valenciana, “no se espera buen tiempo; se esperan lluvias, tormentas y chubascos que puedan ser intensos, sobre todo jueves y viernes. Las zonas más expuestas serían el litoral sur de Valencia y el litoral norte de Alicante, donde ya se ha establecido el aviso naranja”.
Núñez también advirtió que, aunque los días más adversos serán jueves y viernes, el tiempo inestable se mantendrá durante todo el fin de semana.

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Por qué ahora las DANAS tienen nombre
Hasta ahora, las borrascas eran los únicos fenómenos atmosféricos que recibían nombre propio. Sin embargo, la AEMET ha impulsado un cambio en la normativa europea para que las DANAS de gran impacto también sean nombradas, con el fin de mejorar la comunicación y la prevención ciudadana.
Ya hace años se tomó la decisión de nombrar borrascas porque se vio que, de cara a la comunicación, era muy efectivo que las borrascas de gran impacto tuvieran nombre propio. Es mucho más fácil comunicar y el mensaje llega de forma más directa", explicó Núñez.
El meteorólogo añadió que, a diferencia de las borrascas atlánticas, las borrascas mediterráneas generan lluvias muy intensas, pero no siempre se ajustan a las mismas características. Por ello, "los servicios meteorológicos europeos han estudiado la posibilidad de incluir también el nombramiento de danas, lo cual facilitará la comunicación y hará que los ciudadanos comprendan que una dana con nombre propio puede tener un gran impacto".

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Un ejemplo claro de la eficacia de este método es el recuerdo de Filomena, la histórica borrasca que paralizó España en 2021. “Si yo te digo la borrasca de Madrid de 2021, igual no te viene nada a la mente. Pero si te digo Filomena, seguro que te vienen imágenes a la cabeza”, señalaba Núñez.
La psicología detrás de los nombres: controlar lo incontrolable
El hecho de poner nombre a los fenómenos meteorológicos no solo tiene un objetivo comunicativo. También responde a un mecanismo psicológico de control y comprensión.
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El psicólogo Nacho Coller, colaborador habitual de COPE Valencia, explica que "ponerle nombre a algo siempre nos da cierto sentido. Nos da tranquilidad porque lo podemos encuadrar. El cerebro hace una especie de ‘clic’: deja de ser una masa amorfa de incertidumbre y angustia, y se convierte en algo reconocible".
Coller ejemplifica este fenómeno de una forma costumbrista, "si dices hay una borrasca fuerte suena difuso. Pero si dice llega la borrasca Filomena, todos nos acordamos. Es como si viniera a visitarte una vecina peligrosa de la puerta cuatro. Todos tenemos una vecina así, con identidad propia".
Nombrar, según el psicólogo, es una forma de controlar simbólicamente lo incontrolable. De hecho, en el pasado, el término 'gota fría' perdió su capacidad de generar respeto porque se convirtió en una expresión cotidiana. "Nos habíamos acostumbrado, se quedaba ya en el acervo popular. Con la dana hemos recuperado ese miedo, ese respeto a los fenómenos meteorológicos muy graves", explicó Coller.
El “efecto habituación” y la pérdida del miedo
Coller también recordó que el cerebro humano tiende a normalizar lo que se repite. “En psicología hay un efecto que se llama efecto de habituación, que significa que aquello que antes nos impresionaba, con la repetición, pierde fuerza. Ya no impresiona tanto”, señaló.

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Así, mientras el término "gota fría" llegó a sonar rutinario, el concepto de DANA —y más aún si se le asigna un nombre como Gloria, Filomena o Alice— vuelve a generar atención, respeto y alerta. “Nos impacta más lo que es infrecuente, lo que rompe el guion. Por eso un nombre nuevo nos genera más respeto, no sabemos qué esperar y eso dispara nuestra atención”.
Lejos de ser negativo, este miedo puede tener una función adaptativa. Según Coller, el nombre actúa como un anclaje emocional que genera atención, lo que facilita la prevención.
“El nombre genera atención, y la atención es el primer paso del miedo útil. En la comunicación del riesgo, si quieres que la gente se entere y actúe, necesitas captar su atención emocional. Un huracán llamado Segismundo genera más impacto que una perturbación atmosférica en el Caribe”, explicó.
De esta manera, nombrar una DANA no solo ayuda a los meteorólogos a comunicar mejor, sino que también activa en los ciudadanos un instinto de alerta que puede salvar vidas. “Ponerle un nombre sirve para que le prestemos más atención, al menos al principio, y también como anclaje para recordar y estar en alerta ante futuras situaciones”, concluyó Coller.