VALENCIA CF
El Valencia CF celebra el vigésimo aniversario del quinto título de Liga
El 5 de mayo de 2002, el Valencia de Rafa Benitez se impuso al Malaga en La Rosaleda logrando el quinto trofeo liguero, 31 años después. Marcaron Ayala y Fabio Aurelio.

El equipo recibió el trofeo en la última jornada en Mestalla
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El Valencia CF celebra veinte años del quinto título de Liga conseguido en la penúltima jornada en el Estadio de la Rosaleda ante el Málaga CF (0-2). El club de Mestalla volvía a alzar el trofeo liguero 31 años después. Una temporada que empezó con la sorpresa de la llegada al banquillo de Rafa Benitez. Un técnico sin experiencia en la Primera División y que acabaría por convertirse en el entrenador de la etapa más gloriosa de los 103 años de historia del club valencianista. Una temporada con altibajos y que pasó, de las dudas de Montjuic a una espectacular remontada en la segunda vuelta en las que el equipo ché, sumó siete victorias y un empate en las últimas ocho jornadas del campeonato y que acabó por hundir el liderato del Real Madrid y dejar sin opciones de persecución al Deportivo de Jabo Irureta.
Con el añorado y eterno Jaume Ortí como presidente, el equipo acabó la competición con 75 puntos, siete de ventaja sobre el Deportivo de La Coruña. Solo necesito 51 tantos a favor, aunque el mayor merecimiento fue el de recibir tan solo veintisiete en los 38 encuentros del campeonato.
El quinto título liguero se enmarcó en plena etapa dorada del club de Mestalla, que había ganado la Copa del Rey y la Supercopa de España en 1999 y que disputó dos finales sin éxito en la Liga de Campeones (2000 y 2001).

Jaume Ortí, el eterno presidente, celebrando la liga del abánico
La cita fue el 5 de mayo en Malaga, pero conviene no recordar la noche del 27 de abril en Mestalla. La remontada del Valencia ante el Español, con un hombre menos por la expulsión de Carboni en la primera parte y con un gol de Baraja que hizo temblar los cimientos del estadio, los de Benitez ponían la Liga a tiro de una victoria a falta de dos jornadas. Pero los valencianistas lo tenían claro, estaban embalados hacia el triunfo y no querían demorar las celebraciones. Malaga era el lugar y a partir de entonces, tierra santa.
Con más de 3000 valencianistas en la grada de La Rosaleda, aquella tarde, el Valencia formó con Cañizares, Curro Torres, Ayala, Pellegrino (Djukic, m.90); Fabio Aurelio, Rufete, Baraja, Albelda, Vicente, Aimar (Carew, m.80) y Angulo (Mista m.74).
Ayala, imperial como siempre, se elevó al cielo malacitano para golpear con dureza el balón con la cabeza, enviándolo al fondo de la red. El argentino mandó silencio y luego pidió prudencia ante la celebración de sus compañeros tras el gol. Quedaba mucho, pero el camino estaba ya señalado hacia el éxito y el equipo jugó con una personalidad de campeón.

Ayala se eleva en el cielo de La Rosaleda para enfocar el camino al título
Antes del descanso, Fabio Aurelio combinó con Aimar en la frontal y disparó un zurdazo dentro del área cruzando la pelota fuera del alcance del meta local. 0-2, el partido no se podía escapar. Y no lo hizo. Con autoridad insultante, los de Benitez manejaron la segunda parte hasta el pitido final.
A partir de ese momento, la locura. El césped de La Rosaleda inundado por la marea taronja. El abánico de Ortí. Las lágrimas de Albelda. Mil imágenes para el recuerdo y para la historia del club. No quedó un solo valencianista en su casa. Los que no estaban en Malaga, salieron a las calles de Valencia. Inundaron la Plaza del Ayuntamiento. Era el éxtasis de una ciudad volcada con un sueño que se había hecho esperar demasiado tiempo.

La caravana valencianista celebra el título por las calles de Valencia
Al día siguiente, las celebraciones. Bajo una lluvia torrencial que no frenó a nadie, Albelda asomó el trofeo por la escotilla del avión cuando tomó suelo en Manises. La caravana recorrió las calles de la capital para ofrecer el título a las instituciones valencianas, a la Patrona de Valencia, la fiesta desde el balcón del ayuntamiento y el fin de fiesta en el Estadio de Mestalla.
El valencianismo vivió en una nube durante días. Era la recompensa a las decepciones de París y Milan. Era la recompensa a un trabajo enorme de un grupo de jugadores y un cuerpo técnico, forjado en la unión y solidaridad del grupo. Aportando el talento individual al servicio colectivo. Los hombres por delante de los nombres. Los jugadores por encima de las estrellas.

La lluvia protagonista en la celebración de Mestalla
 
                 
                         
                    



