"¡Ayuda, no podemos salir!" El grito desesperado que destapó un infierno en pleno centro de Orihuela

Rescatadas cuatro mujeres obligadas a prostituirse, vivían encerradas y eran pagadas con droga

Detenidos por tener a mujeres secuestradas y prostituyéndolas bajo amenazas y violencia

Detenidos por tener a mujeres secuestradas y prostituyéndolas bajo amenazas y violencia

Isabel Bartolomé

Alicante - Publicado el

3 min lectura

Una puerta cerrada con cadenas. Un candado oxidado que no se abría. Y detrás, cuatro voces quebradas por el miedo y la desesperación: “¡Ayuda, por favor, no podemos salir!”. Este fue el estremecedor escenario al que se enfrentaron los agentes de la Policía Nacional y la Policía Local de Orihuela durante la madrugada del miércoles. Las cuatro mujeres, de entre 30 y 48 años, llevaban días, quizás semanas, encerradas contra su voluntad, obligadas a ejercer la prostitución y privadas de cualquier tipo de libertad.

El operativo se activó gracias a un aviso ciudadano. La llamada alertaba de que algo extraño sucedía en un local de ocio nocturno del municipio. Ruidos, gritos, movimientos extraños. Patrullas de la Policía Local se desplazaron de inmediato al lugar y, al aproximarse, detectaron señales evidentes de una situación fuera de lo común. Desde el interior del local, tras una puerta que daba a la calle, las mujeres suplicaban ser liberadas. No podían salir. El acceso estaba bloqueado desde el exterior con cadenas y candados.

Fue necesario forzar uno de los accesos. En cuanto los agentes lograron entrar, se encontraron con una escena impactante: cuatro mujeres en evidente estado de nerviosismo, algunas llorando, todas temblorosas. Declararon haber sido privadas de libertad, obligadas a mantener relaciones sexuales con clientes a cambio de drogas, y sometidas a un estricto control por parte de una pareja —un hombre y una mujer— que las maltrataba, vigilaba y decidía sobre cada uno de sus movimientos. Drogas en lugar de dinero, maltrato como castigo

Las víctimas, dos de ellas de nacionalidad marroquí, una colombiana y otra dominicana, relataron que vivían en el mismo local donde eran explotadas. Sus servicios sexuales no eran remunerados con dinero. En lugar de ello, recibían dosis de sustancias estupefacientes como forma de pago. En varias ocasiones, según relataron, fueron obligadas a mantener relaciones sexuales incluso cuando se negaban. En esos casos, aseguraron, eran golpeadas, insultadas o amenazadas.

El control sobre ellas era absoluto. No podían salir del inmueble, no tenían contacto con el exterior y estaban sometidas a un entorno de violencia psicológica constante. En cuanto fueron liberadas, la Policía solicitó asistencia sanitaria urgente, ya que todas presentaban síntomas de ansiedad aguda, agotamiento físico y posibles signos de abuso. 

 Detenidos en menos de ocho horas  

La reacción policial fue rápida y eficaz. En cuestión de horas, una mujer de 44 años fue detenida como presunta autora de los delitos de detención ilegal, prostitución coactiva y lesiones. Poco después, agentes del Grupo de Policía Judicial de la Comisaría de Orihuela lograron localizar y detener a su pareja sentimental, un varón de 40 años con antecedentes por hechos similares. Ambos fueron arrestados en la misma localidad y puestos a disposición del Juzgado de Instrucción de Guardia de Orihuela, que ya investiga los hechos.

La investigación continúa abierta, ya que no se descarta que existan más víctimas o que la red de explotación se extienda más allá del local intervenido. La Policía también trabaja para determinar si hubo connivencia con clientes o terceras personas. 

 Una realidad invisible, pero muy cercana  

La Policía Nacional ha aprovechado la ocasión para recordar la gravedad de este tipo de delitos, que muchas veces pasan desapercibidos por la falta de denuncias. La trata de seres humanos con fines de explotación sexual es una forma de esclavitud moderna que afecta, en gran medida, a mujeres migrantes en situación de vulnerabilidad, sin recursos ni redes familiares, que son captadas mediante engaños, amenazas o directamente por la fuerza.

La colaboración ciudadana, subrayan desde el cuerpo, es esencial para detectar este tipo de situaciones. Vecinos, clientes o incluso trabajadores del entorno pueden ser clave para alertar a las autoridades y permitir la intervención oportuna.

Lo ocurrido en Orihuela es solo un ejemplo más de una realidad mucho más amplia. Pero, esta vez, gracias a una llamada a tiempo y a una intervención rápida y coordinada, cuatro mujeres pudieron ser rescatadas del infierno.

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