Madrid impulsa las 'resiescuelas' para unir a niños y ancianos y mejorar su bienestar

La Comunidad de Madrid ha decidido promover las llamadas resie-escuelas, un modelo que favorece la interacción entre niños y ancianos. La iniciativa, que comenzó hace 22 años en una residencia de Meco al observar cómo los mayores interactuaban con los niños de una escuela infantil cercana, ahora se busca implementar en los nuevos centros para extender sus beneficios.

La mecánica es sencilla: en septiembre, se empareja a un niño con un "amigo mayor", con quien comparte actividades como pintar, jugar o bailar durante todo el curso. El objetivo es aprovechar los beneficios mutuos de esta relación intergeneracional.

Beneficios para los mayores

Para las personas mayores, esta interacción es un potente estímulo. Según Esther Camacho, psicóloga especializada, “ayuda a disminuir la depresión y la apatía”. El contacto con los niños les proporciona estímulos sociales y novedosos que mejoran su estado de ánimo y contribuyen al mantenimiento cognitivo. De hecho, se ha observado que estas actividades pueden ayudar a los ancianos con demencia a preservar la memoria durante más tiempo.

Algo muy natural, y poco estructurado, poco preparado, es muy rico para el cerebro"

Esther Camacho

Psicóloga especializada en personas mayores

La psicóloga añade que una actividad poco estructurada “es muy rico para el cerebro”. La energía e ilusión que transmiten los pequeños, que no les juzgan, hace que los mayores se sientan más contentos e incluso que aquellos más ausentes se involucren en los juegos.

Ventajas para los más pequeños

Los niños también obtienen grandes ventajas. Para los menores de 4 años, cambiar de contexto supone una estimulación que les ayuda a aprender a hablar bien y a generar un apego seguro con personas fuera de su círculo familiar. Además, se benefician de la paciencia de los mayores. Silvia Álava, psicóloga infantil, señala que los adultos a menudo tienen prisa: “Somos los propios adultos los que vamos con prisa, y nos cuesta mucho esperar a que un niño se vista”.

Somos los propios adultos los que vamos con prisa, y nos cuesta mucho esperar a que un niño se vista"

Silvia Álava

Psicóloga de niños

El tiempo que los mayores les dedican, sin la presión del reloj, permite a los niños explorar y aprender a su propio ritmo. En los más mayores, el contacto con personas de edad más delicada les ayuda a desarrollar la empatía. Este tipo de programas también les enseña a afrontar el duelo de una manera más natural. “Vivimos en una sociedad a espaldas de la muerte, y la muerte forma parte de la vida”, explica Alava, quien considera beneficioso hablar de ello sin tabúes desde pequeños.

Finalmente, los psicólogos subrayan la importancia de que estas reuniones sean controladas, voluntarias y con un propósito claro. Las actividades deben estar siempre adaptadas a las capacidades de cada grupo para garantizar que la experiencia sea positiva y enriquecedora para todos los participantes.