Si ni Cervantes ni Shakespeare murieron el 23 de abril: ¿Por qué es el Día del Libro?
La fecha se ha consolidado como una jornada para promover la lectura, rendir homenaje a los autores y fomentar la protección de la propiedad intelectual a través del derecho de autor.

Si ni Cervantes ni Shakespeare murieron el 23 de abril: ¿Por qué es el Día del Libro?
Barcelona - Publicado el - Actualizado
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Cada 23 de abril, millones de personas en todo el mundo celebran el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor.
La fecha se ha consolidado como una jornada para promover la lectura, rendir homenaje a los autores y fomentar la protección de la propiedad intelectual a través del derecho de autor.
Sin embargo, al mirar con detenimiento la razón tradicional por la que se escogió ese día —la supuesta coincidencia en la muerte de dos gigantes literarios: Miguel de Cervantes y William Shakespeare— surge un hecho curioso: ninguno de los dos murió realmente el 23 de abril si se observa desde una perspectiva estrictamente histórica y cronológica.

La idea de celebrar el libro tiene origen en España. Fue el escritor valenciano Vicente Clavel Andrés, editor y director de la Cámara Oficial del Libro de Barcelona
La paradoja del 23 de abril
Según los registros, Cervantes murió el 22 de abril de 1616, pero fue enterrado el día 23 en Madrid. En cambio, Shakespeare murió el 23 de abril de 1616 en Inglaterra, pero en realidad, debido a que en ese momento Inglaterra utilizaba aún el calendario juliano (que tenía un desfase de 10 días con respecto al calendario gregoriano ya adoptado por España), en términos cronológicos, Shakespeare habría muerto el 3 de mayo de 1616 según el calendario que hoy usamos.
Es decir, no murieron el mismo día, y Cervantes ni siquiera falleció en esa fecha exacta. Entonces, ¿por qué celebrar el Día del Libro el 23 de abril?
El contexto histórico de la propuesta
La idea de celebrar el libro tiene origen en España. Fue el escritor valenciano Vicente Clavel Andrés, editor y director de la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, quien propuso en 1923 establecer un día dedicado al libro, como una forma de rendir homenaje a Cervantes y fomentar la lectura entre los españoles.
La propuesta fue aprobada por el rey Alfonso XIII en 1926, y se estableció oficialmente el "Día del Libro" el 7 de octubre, supuesta fecha del nacimiento de Cervantes.
Sin embargo, en 1930 la fecha fue trasladada al 23 de abril, al considerarse más simbólica (por su cercanía con la muerte de Cervantes) y también más práctica, al coincidir con la primavera en el hemisferio norte, momento ideal para celebraciones al aire libre y ferias del libro.
Desde entonces, cada 23 de abril comenzó a celebrarse con actos culturales, especialmente en Cataluña, donde también coincide con la festividad de Sant Jordi (San Jorge), patrón de la comunidad, día en el que es tradicional regalar libros y rosas.

La UNESCO valoró la coincidencia simbólica de las muertes de Cervantes y Shakespeare, a quienes sumó al escritor peruano Inca Garcilaso de la Vega
La declaración de la UNESCO
La conmemoración tomó una dimensión global en 1995, cuando la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), durante su 28ª Conferencia General en París, proclamó oficialmente el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor.
La elección de esa fecha no fue casual: la UNESCO valoró la coincidencia simbólica de las muertes de Cervantes y Shakespeare, a quienes sumó al escritor peruano Inca Garcilaso de la Vega, también fallecido en 1616.
Aunque no murieran exactamente el mismo día, el 23 de abril se convirtió en una poderosa metáfora del poder de la literatura y el legado universal de los grandes autores.
En palabras de la propia UNESCO, la jornada busca “fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor”.
La celebración hoy
Desde su instauración, el Día Mundial del Libro se ha convertido en una de las principales celebraciones culturales globales. Cada año, la UNESCO designa una Capital Mundial del Libro, ciudad que durante ese periodo se compromete a fomentar la lectura y organizar actividades literarias. Esta iniciativa ha incentivado políticas públicas de acceso a la lectura en contextos muy diversos.
En muchos países, el 23 de abril se organizan lecturas públicas, ferias del libro, campañas escolares, maratones literarios y encuentros con autores.
En Cataluña, la tradición de regalar una rosa y un libro ha traspasado fronteras, y se ha convertido en uno de los símbolos más reconocibles de la jornada.
Una fecha simbólica, no literal
Así pues, el Día del Libro no se basa en una coincidencia exacta de defunciones, sino en una decisión simbólica y estratégica que busca unir tradición, homenaje cultural y oportunidad educativa.
Si bien Cervantes no murió el 23 de abril y Shakespeare falleció ese día según un calendario distinto, ambos representan lo mejor del legado literario universal.
La fecha funciona como un punto de encuentro entre pasado y presente, entre autores y lectores, y entre culturas distintas unidas por el poder de los libros.
El 23 de abril no es un capricho histórico, sino una invitación colectiva a redescubrir el valor de la lectura y a rendir tributo a quienes, con sus palabras, han dado forma a nuestra forma de ver y comprender el mundo.