“¡Me han destrozado la vida y nadie me ayuda!”: el desgarrador testimonio de una vecina de Viladecans víctima de los inquiokupas
Todo empezó como un simple contrato de alquiler. Pero pronto llegaron los impagos, los pretextos… y el infierno.

Ricardo Bravo, portavoz de la Plataforma de afectados por la okupación, explica los datos ascendentes de esta problemática enquistada
Barcelona - Publicado el - Actualizado
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Un grito de desesperación estremeció este lunes el pleno del Ayuntamiento de Viladecans. Una mujer, visiblemente afectada, rompió a llorar frente a los concejales al denunciar que su vivienda ha sido tomada por unos “inquiokupas” y que, tras meses de denuncias, las instituciones la han dejado completamente sola.
“¡Me han robado mi casa, la han destrozado, y a mí me han dado la espalda! ¡¿Qué justicia es esta?!”, clamó entre lágrimas. Su denuncia no solo sacudió la sala, sino también las redes sociales, donde su testimonio ha comenzado a viralizarse. La indignación es total. La pesadilla de los inquiokupas: entran legalmente… y no se van
“Esto no es vida. Yo no tengo más propiedades, esa casa era mi sustento"
Todo empezó como un simple contrato de alquiler. Pero pronto llegaron los impagos, los pretextos… y el infierno. Los inquilinos dejaron de pagar, cambiaron la cerradura y, pese a las reiteradas denuncias, siguen viviendo en el inmueble mientras su legítima propietaria malvive en casa de su madre de 80 años.
“Esto no es vida. Yo no tengo más propiedades, esa casa era mi sustento. ¡No soy una rica, no soy un fondo buitre!”, gritó frente a los representantes municipales. Ninguno respondió con una solución concreta. Solo evasivas. Cataluña, capital de la okupación: ¿por qué ocurre aquí más que en ningún otro lugar?
casi la mitad de las okupaciones se dan en cataluña
Los datos son claros y alarmantes: Cataluña concentra el 43% de todas las ocupaciones ilegales en España. En 2024, más de 6.500 casos se registraron solo en esta comunidad. Barcelona y sus alrededores —como Viladecans— son el epicentro del problema.
¿Por qué? Los expertos apuntan a varios factores explosivos:
Leyes autonómicas demasiado garantistas, que priorizan la permanencia del ocupante incluso cuando hay impago o destrozos.
Mafias profesionales que se aprovechan del caos legal para vender llaves, alquilar casas ajenas o extorsionar a propietarios.
Un sistema judicial colapsado, donde un desahucio puede tardar más de un año, incluso en los casos más evidentes.
Falta de apoyo político real, donde muchos ayuntamientos esquivan el problema por miedo a la polémica.
Cataluña se ha convertido en el paraíso de los okupas y el infierno de los propietarios.”

Es una mujer normal, trabajadora, con una sola propiedad… y sin justicia. El espejo en el que muchos pequeños propietarios podrían verse mañana.
“¿Y si fuera tu casa?”
La intervención de la vecina de Viladecans ha tocado una fibra especialmente sensible. No se trata de una gran empresa, ni de un inversor extranjero. Es una mujer normal, trabajadora, con una sola propiedad… y sin justicia. El espejo en el que muchos pequeños propietarios podrían verse mañana.
Y lo peor: no es un caso aislado. Decenas de miles de familias en toda España están atrapadas en esta misma trampa. Algunos tienen miedo de denunciar por represalias. Otros, simplemente, han perdido toda esperanza. ¿Soluciones? Muchas promesas, pocas acciones
En Madrid, el Gobierno central ha prometido reformas legales “inminentes” para acelerar los desalojos y frenar a los inquiokupas. En Cataluña, sin embargo, la ambigüedad política y el miedo al coste electoral parecen frenar cualquier avance real.
Propuestas como crear juzgados express, endurecer sanciones a los okupas reincidentes o proteger específicamente al pequeño propietario están sobre la mesa… pero sin resultados visibles.
Mientras tanto, los okupas viven gratis, y los propietarios pagan la factura. Una pregunta que duele
Al final de su intervención, la mujer lanzó una pregunta que retumbó en la sala y en miles de conciencias:
“¿Qué harían ustedes si les quitaran su casa y nadie los ayudara?”
Nadie respondió. Porque la respuesta da miedo.