La ciencia del llanto: por qué llorar nos reinicia y nos hace sentir mejor
Una neuropsicóloga explica el proceso biológico por el que las lágrimas actúan como una válvula de escape que reduce el estrés y genera una sensación de calma
Barcelona - Publicado el
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El llanto es una respuesta natural a una emoción intensa, pero su propósito va mucho más allá de la simple tristeza. Lejos de ser un signo de debilidad, llorar es un complejo mecanismo biológico diseñado para restaurar el equilibrio interior. Según explica Montse Blasco, profesora de neuropsicología de la Universitat CEU Abat Oliba, este proceso funciona como un reinicio para el organismo cuando se ve superado por una carga emocional, ya sea positiva o negativa.
Cuando una persona comienza a llorar, el cuerpo activa en primer lugar el sistema nervioso simpático
Una 'válvula de escape' biológica
Cuando una persona comienza a llorar, el cuerpo activa en primer lugar el sistema nervioso simpático, el mismo que se pone en marcha en situaciones de estrés. Esta primera fase explica la sensación inicial de angustia, con un aumento del ritmo cardíaco y la presión arterial. Es el momento en que el cuerpo reacciona a la sobrecarga emocional, preparándose para liberar la tensión acumulada, un proceso que la experta describe como el inicio de una situación de gran llanto.
Sin embargo, el verdadero alivio llega justo después. Blasco lo define como una “válvula de escape”, ya que el llanto desencadena la activación del sistema nervioso parasimpático, responsable de la relajación y la calma. “Es el mismo sistema que se activa para la digestión, después de hacer deporte o incluso tras la meditación”, aclara la neuropsicóloga. Este mecanismo es el que consigue que, tras haber llorado, se experimente una notable bajada de las revoluciones y una profunda sensación de alivio.
Nuestro cuerpo necesita hacer un reset”
El cóctel hormonal de la calma
El efecto calmante del llanto también tiene una explicación hormonal. Montse Blasco destaca el papel de dos hormonas clave: el cortisol y la oxitocina. “Lo que se sabe es que, cuando tenemos esta acción de llorar, disminuyen los niveles de cortisol, y el cortisol no deja de ser la hormona que está más relacionada con el estrés”, detalla la profesora. Al reducir su presencia, el cuerpo mitiga la principal respuesta fisiológica al estrés.
Lo que se sabe es que, cuando tenemos esta acción de llorar, disminuyen los niveles de cortisol
De forma simultánea, el cerebro libera oxitocina, conocida popularmente como la “hormona del amor”, junto con otras sustancias como las endorfinas. Este cóctel hormonal es el responsable de generar la sensación de bienestar y tranquilidad que aparece tras el llanto. “Dan calma y dan esta sensación de bienestar, de que te encuentras un poco mejor después de llorar”, afirma Blasco, subrayando su efecto en la reducción del dolor y la aparición de la calma.
El llanto como pegamento social y evolutivo
Llorar no solo tiene una función individual, social y evolutiva. Ver a una persona llorar activa en nuestro cerebro una serie de áreas vinculadas a la compasión. “Cuando vemos a una persona llorar, se activan zonas en nuestro cerebro que nos hacen ser más empáticos”, explica la experta. Esta reacción instintiva nos impulsa a acercarnos, consolar y ofrecer ayuda, fortaleciendo los lazos sociales.
Se activan zonas en nuestro cerebro que nos hacen ser más empáticos”
Este comportamiento empático es, según Blasco, una de las claves de la evolución humana. Las estructuras cerebrales que se activan con el llanto ajeno son, precisamente, las que más han evolucionado a lo largo de la historia de la humanidad, diferenciándonos de otros animales. Respecto a si las mujeres lloran más que los hombres, la neuropsicóloga señala que es un fenómeno “multifactorial”, donde influyen tanto la construcción social como factores biológicos, aunque destaca que la expresión emocional es cada vez más aceptada en ambos géneros.
Finalmente, la ciencia confirma que también se llora de felicidad, y el mecanismo es exactamente el mismo. Una emoción positiva muy intensa puede ser tan abrumadora para el cerebro como una negativa, por lo que el cuerpo recurre al mismo proceso de liberación emocional para gestionar el exceso de estímulos. Como concluye Blasco, el llanto es, en esencia, la respuesta del cuerpo a una emoción que necesita ser procesada y liberada para volver a la calma.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.