Una historia de película

Así es Sealand, el país de acero que vende títulos nobiliarios y sobrevive a todo

Esta micronación, fundada en una plataforma antiaérea de la Segunda Guerra Mundial, ha protagonizado una historia de película con piratas de radio, ataques militares y una red de pasaportes falsos

Principado de Sealand al fondo de la imagen
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Sergio Parra nos explica para qué sirve ser ciudadano de Sealand

José Miguel Cruz

Barcelona - Publicado el

3 min lectura

En un mundo donde las fronteras parecen perfectamente definidas, existen anomalías que desafían toda lógica. Una de las más fascinantes es el Principado de Sealand, una micronación ubicada a unos 11 kilómetros de la costa de Inglaterra. 

Tal y como explica el divulgador científico Sergio Parra, es, probablemente, el único país que existe en el mundo, que es de acero y hormigón, con una superficie de apenas 200 metros cuadrados. No se trata de una plataforma petrolífera, como algunos podrían pensar, sino de un fuerte militar de la Segunda Guerra Mundial que ha encontrado una segunda vida como símbolo de independencia y, con el tiempo, como un curioso negocio.

Documento del principado de sealand

Documento del principado de sealand

El origen: rock and roll y rebeldía

La historia de Sealand ha comenzado en la década de los 60, un período de gran efervescencia cultural. En aquel entonces, el rock and roll no se podía emitir en la radio en Inglaterra, ya que se consideraba "música del diablo" que pervertía a la juventud. Ante esta censura, muchas emisoras de radio piratas buscaron refugio en los fuertes militares abandonados tras la guerra, que se encontraban en aguas internacionales. Desde estas plataformas, podían emitir libremente la música prohibida hacia la costa británica.

“muchos amantes del rock and roll, muchas emisoras de radio piratas se fueron a estos fuertes a emitir porque esto son aguas internacionales, ya no es Inglaterra”

Fue en este contexto cuando, en 1967, un personaje singular llamado Paddy Bates, junto a su mujer, decidió tomar una de estas plataformas. Expulsaron a los operadores de radio pirata que allí se encontraban, plantaron una bandera y declararon la independencia del lugar, bautizándolo como Principado de Sealand. Su visión era crear un refugio para "todos aquellos que estén en desacuerdo con vivir en determinados países o censuras", aunque el espacio era limitado para unas 50 o 100 personas como máximo.

La lucha por el reconocimiento

Para consolidar su estatus, los Bates comenzaron a emitir sus propios pasaportes, sellos y monedas, ofreciendo la ciudadanía a distancia a cambio de una membresía. Sin embargo, el momento clave de su historia llegó cuando el Reino Unido envió a la Marina británica para desalojarlos. Lejos de intimidarse, los habitantes de Sealand vieron en este acto una confirmación de su soberanía, ya que, como señala Parra, una de las características para que se reconozca un país es que sea atacado por un ejército.

Vista aérea de Sealand

Vista aérea de Sealand

La confrontación escaló hasta el Tribunal Supremo de Inglaterra, donde se debatió el estatus de la plataforma. El resultado fue un "reconocimiento medio tácito", una situación ambigua que Sealand interpretó a su favor. "La prueba es evidente, ¿no? La Royal Navy nos ha atacado", argumentaron. Como respuesta, el Reino Unido optó por una solución pragmática: ampliar el límite de sus aguas internacionales para absorber legalmente el territorio de Sealand, diluyendo así sus pretensiones de independencia.

“Somos un país. La prueba es evidente, ¿no? La Royal Navy nos ha atacado”

Un paraíso para el crimen y un negocio moderno

A pesar de su aparente aislamiento, Sealand ha estado conectada con eventos de talla mundial de la forma más inesperada. En 1997, la micronación saltó a los titulares cuando se descubrió que el asesino de Gianni Versace poseía un pasaporte y placas diplomáticas de Sealand. Este hecho destapó una red de pasaportes falsos que se utilizaban en estafas y delitos por todo el mundo, aprovechando el desconocimiento general sobre el estatus real de Sealand para cometer todo tipo de fraudes.

Hoy en día, la micronación ha evolucionado. Bajo el liderazgo de Michael Bates, el hijo del fundador, Sealand se ha convertido principalmente en una especie de negocio de merchandising. El sueño de una utopía libertaria ha dado paso a una tienda online donde cualquiera puede sentirse parte de esta increíble historia. Por 23,99 euros, es posible comprar un título nobiliario y convertirse en Lord o Sir de Sealand, mientras que por 240 euros se puede alcanzar el estatus de conde o condesa, manteniendo vivo el legado de la nación de acero y hormigón más peculiar del planeta.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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